“Los usuarios tienen que tomar conciencia de que compartir noticias falsas, contenidos nocivos o lujuriosos tiene una consecuencia contaminante en el ecosistema digital”, afirmó Daniel Dessein, presidente de Adepa.

Daniel Dessein, presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina (Adepa), analizó la actualidad de los diarios y mencionó la necesidad de saber adaptarse a los cambios que deben saber afrontar con la llegada de la era digital.

¿Dónde se encuentra el periodismo actualmente y hacia dónde debe apuntar?

El periodismo a nivel mundial debe generar conciencia sobre su rol. Lo positivo de los escenarios complejos que ha atravesado estos últimos años en América Latina es que le han permitido ejercer una función didáctica. Hizo que los ciudadanos pudieran detectar adecuadamente cómo cumple su función de intermediario entre la ciudadanía y el poder, fiscalizándolo cuando se desvía de manera excesiva o intenta instalar una versión propia de los hechos.

¿El usuario de las redes sociales se ha transformado en un comunicador a pequeña escala?

Es un comunicador, pero no es un periodista. Es un comunicador en el sentido de que sus contenidos pueden competir en volumen de audiencia y en éxito de repercusión con los productos que surgen del periodismo tradicional. Los usuarios tienen que tomar conciencia de que compartir noticias falsas, contenidos nocivos o lujuriosos tiene una consecuencia contaminante en el ecosistema digital, que influye cada vez más en nuestras vidas. Fernando Savater dice que el periodismo es una técnica, pero también una estética y una ética. Tiene que ver con ciertos principios y ciertos procesos para chequear la información, contextualizarla, jerarquizarla, pero al mismo tiempo darle estética, con una buena escritura y una buena presentación. Pero sobre todo, el periodismo tiene que ser responsable, y esa responsabilidad no está muy presente en un altísimo porcentaje de usuarios de las redes sociales.

Mientras que la capacidad de daño que tiene un usuario a nivel individual es muy grande, la capacidad de regular esa circulación de contenidos muchas veces nocivos es muy baja.

¿Cómo deben reconvertirse los medios argentinos ante los cambios de consumo?

Apelando a nuevas vías de ingresos. Las tradicionales eran los ingresos por venta de ejemplares y la publicidad en el papel, a las que sumamos hace unos años la publicidad digital, que todavía representa un porcentaje muy chiquito. Dentro de las cuestiones periodísticas, ahora apareció el cobro por contenido -suscripción paga para leer notas-, algo que ya implementó Clarín y que podemos implementar los demás medios. Y ya hablando de cuestiones extraperiodísticas, se pueden generar nuevas vías de ingreso a partir del conocimiento de la audiencia, con sistemas de registro y cobros, que nos permitan usar servicios como la publicidad direccionada o los contenidos patrocinados. Sería mezclar lo editorial con lo comercial pero sin quebrar las viejas divisiones y normas éticas.

¿Es posible un giro aún más drástico del eje de los medios?

Sí, sin ir más lejos hay algunos que ya se dedican casi exclusivamente a la organización de eventos o a la explotación de su nombre como marca comercial. Por ejemplo, el principal diario de Costa Rica compró un estadio por 43 millones de dólares y desvió el foco del negocio, hoy se dedica a promover los grandes eventos deportivos y artísticos. También está la posibilidad del comercio online, establecer tiendas virtuales asociadas al medio, o algo que está muy desarrollado en Argentina que son los clubes de lectores, con tarjetas de beneficios para los usuarios.

Ante un nuevo público con menor capacidad de concentración, ¿los medios deben cambiar el tipo de contenidos?

Cuando vemos el ranking de noticias, las más leídas tienen poco que ver con las noticias en cuya producción se ha puesto más esfuerzo o que están en la tapa del diario. Suelen ganar las de espectáculos, las sensacionalistas, de crímenes y demás, mientras que las políticas, económicas o culturales están en segundo plano. Pero no se debe ceder ante esto por dos cuestiones: una, por el rol del periodismo dentro de las democracias modernas. Sin una comunidad formada, que tenga los elementos para poder evaluar una gestión y así ratificar o rectificar a sus dirigentes en las elecciones, no hay democracia. Y otra cuestión, porque no hay que analizar las estadísticas de nuestra audiencia de manera indiscriminada.

Nuestros lectores fieles, esos que leen 20 o 40 notas por mes, que son el 10 % de las visitas, sí tienen interés en el contenido más formal, valoran nuestra línea editorial, nuestra capacidad para chequear y por eso nos siguen, y a ese público es al que no se debe traicionar.

Entrevista realizada por Federico Moreno, para La Nueva.