El martes 22 de septiembre comenzó el tercer curso de capacitación del programa “Evolución 2020”, que lanzó Adepa con el apoyo de Facebook Journalism Project. Leila Guerriero, periodista y escritora argentina, inauguró con su clase “Introducción al periodismo narrativo” el nuevo módulo sobre “Producción de contenidos digitales”.
En la charla, la autora de los libros “Los suicidas del fin del mundo”, “Frutos extraños” y “Una historia sencilla”, entre otros, propuso un acercamiento al periodismo narrativo, un género con reglas propias que permite contar historias reales de manera compleja y sin reduccionismos.
Antes de desarrollar los diversos procesos que hacen a la creación de la crónica periodística, Guerriero hizo hincapié en dos conceptos.
Primero compartió su propia definición de “periodismo narrativo”. “Cuando defino qué es la crónica lo que yo digo es que es el equivalente a hacer un documental, pero escrito. Todos los procedimientos que utiliza un documentalista están allí”, formuló.
Lo segundo que aclaró es que “el periodismo narrativo no es superior a cualquier otro género periodístico”. “Este es un género distinto, pero no superior”, enfatizó y dijo que “la principal regla del periodismo narrativo es que se trata de periodismo”.
Asimismo, remarcó que “el periodismo narrativo no es periodismo con adorno”, ya que es periodismo antes que nada. “Un buen periodista narrativo debe tener amor por el dato. El dato no debe arrojarse a la página porque sí, tiene que ser una voz más”, subrayó.
Por otra parte, Guerriero planteó que un texto de periodismo narrativo debe dejar una huella en el lector. “Es un espacio de visibilización de realidades. Es una oportunidad única de ver la realidad desde un primer plano muy privilegiado por parte de nosotros, los periodistas, y compartir eso con un montón de gente que potencialmente puede sentirse atraída, rechazada o incómoda con el texto. Es importante que esa mirada sea sólida, ni arbitraria ni prejuiciosa”, ahondó.
Luego, indicó que toda la construcción de estos textos consta de tres momentos o movimientos: el reporteo, momento de la investigación o el trabajo de campon; la selección de la información, momento clave para distinguir lo fundamental de lo accesorio y lograr que todo el gran caudal de información recolectada se transforme en un artículo de posible publicación; y la escritura.
Para explicar cada proceso, Guerriero usó como ejemplo el trabajo que desarrolló en cinco crónicas: El gigante que quiso ser grande; No me verás arrodillado; El rastro en los huesos; La dama del tango; Testigo del horror.
Sobre el reporteo, sugirió tener claro el foco de la crónica y nunca perderlo de vista. En esta etapa es fundamental tener paciencia, confianza e interés en el tema. También es importante tener acceso a los entrevistados y aclararles desde el comienzo que es un trabajo largo, que requerirá de varios encuentros para verlos en diferentes situaciones.
En cuanto al reporteo en sí, hay que ser “entrevistadores rigurosos”. Por lo que es clave hacer archivo previamente y estar muy informado.
En cada encuentro, hay que poner en práctica el poder de observación. “Hay que estar muy atentos, con todos los sentidos abiertos. Tiene que ver con cómo a partir de la observación puede poner uno esos detalles de la realidad a jugar en un marco mayor. Ofrecerle al lector una lectura más compleja de esa realidad”, recomendó.
Además, esa tarea de observación y de acompañamiento del personaje sirve para llegar a la “invisibilización”. “El periodista debe apostar a transformarse en un sujeto opaco, invisible, no estar apareciendo todo el tiempo”, graficó.
A la hora de la entrevista cara a cara, “hay que tener una escucha atenta, desprejuiciada, serena, con una actitud corporal que emane un mensaje de paciencia”.
Para Guerriero, desgrabar las entrevistas es un buen ejercicio para volver sobre las observaciones (recordar entonación, risas, gestos, etcétera) y generar nuevas anotaciones.
El segundo proceso de la crónica consiste en la selección de la información. Para saber qué usar, hay que tener en claro de qué va el texto. “Tengo que establecer cuál es la idea universal que va detrás de ese texto”, precisó.
Para comprenderlo mejor, la escritora citó las ideas que había detrás de algunos de sus textos: en la crónica El rastro en los huesos, sería “la tragedia interminable”; en El gigante que quiso ser grande, “la parábola del héroe caído”; y en No me verás arrodillado, un perfil de Fito Páez, “la historia de un renacido”.
Guerriero destacó el valor que tiene toda la información recolectada en la etapa anterior: “En el periodismo narrativo, si el texto publicado se sostiene es porque hemos hecho un reporteo intenso. Sin ese trabajo, el texto no tendría la solidez que tiene. Lo que uno lee en un texto está sostenido por una enorme cantidad de material que no se ve”.
Al mismo tiempo, hacer un gran reporteo nos convierte en dueños del material. “Significa transformarnos en voces completamente autorizadas sobre lo que estamos hablando, para producir en el lector este efecto que el autor que está narrando lo sabe todo acerca del tema. Eso solo es posible si uno ha levantado hasta la última de las baldosas en la etapa del reporteo”, aseguró.
La última instancia del proceso de la crónica es la escritura. Guerriero hizo una serie de recomendaciones:
– La primera versión de un texto es un mal necesario. El texto debe quedar cada vez más apretado al foco.
– Buscar la voz propia. Debe ser flexible.
– Para el arranque, tener claro qué queremos que diga ese texto desde el principio
– Abarcar de manera total a los protagonistas. Comprender el pasado que produjo ese presente.
– En todo texto conviven dos tiempos: presente y pasado.
– La cronología tiene que ver con la estructura, que le da sentido a todo el texto. Es un sentido global, que va más allá de la escritura de cada frase.
– Controlar los nexos al pasar de un párrafo a otro, de una escena a otra, de una situación a otra.
– Las escenas deben cancelarse para no dejar cabos sueltos.
– Evitar los vicios.
“Un buen texto de periodismo narrativo no tiene fecha de vencimiento, ni un lector local. Además de estar asquerosamente bien escrito, de tener un clima, una atmósfera, debe tener todo el contexto periodístico necesario para que se entienda”, sintetizó Guerriero.
*Las clases son exclusivas para asociados a Adepa y a la ANP (Chile) e invitados.
Leila Guerriero (1967, Junín, Provincia de Buenos Aires). Es periodista. Su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa, como La Nación y Rolling Stone, de la Argentina; El País, de España; Gatopardo, de México, y El Mercurio, de Chile. Es editora para América Latina de la revista mexicana Gatopardo. Dirige la colección Mirada Crónica, de Tusquets Argentina. Recibió, entre otros, el Premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y el Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán. Publicó los libros Los suicidas del fin del mundo; Frutos extraños, Una historia sencilla, Plano americano, Zona de obras, Opus Gelber y Teoría de la gravedad. Su obra ha sido traducida al inglés, el francés, el italiano, el portugués, el alemán y el polaco.