“El peligro más grande no radica en nuestras propias condiciones ni en nuestros enemigos, sino en nuestras dudas y temores”. La frase es de uno de los últimos discursos de John Fitzgerald Kennedy, pronunciado en noviembre de 1963, en la asamblea de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) en Miami, cuatro días antes de su asesinato en Dallas. Un año antes, el día en que Kennedy anunciaba el bloqueo marítimo a Cuba y en que en el mundo se abría el período de mayor riesgo de una conflagración atómica, la SIP iniciaba otra asamblea, en Santiago de Chile, donde 17 editores argentinos decidirían crear Adepa, la entidad más representativa de nuestra prensa a nivel nacional.
Las asambleas de la SIP están atravesadas por la historia y por protagonistas de la política, la cultura, la tecnología y los medios. En una de ellas, en 1996, Gabriel García Márquez lanzó la célebre frase en la que definió al periodismo como “el mejor oficio del mundo”. Al año siguiente, Tomás Eloy Martínez ofreció una de las más extraordinarias lecciones de periodismo que se hayan dado, con una conferencia titulada “Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI”. Una década más tarde, en otra de las asambleas de la SIP, Bill Gates vaticinó que la publicidad que en ese año solo era acaparada en un 5% por internet pasaría a serlo en más de un 50%, porcentaje que registramos hoy.
Exiliados y encarcelados
La pandemia interrumpió los encuentros anuales de muchos de los principales editores del continente. La semana pasada se reinstauró la presencialidad de las asambleas de la SIP, esta vez en Madrid. Desde allí se abordaron los problemas americanos.
La ciudad es el refugio de no pocos editores, periodistas y escritores de nuestro continente. Uno de ellos es Sergio Ramírez, premio Cervantes, invitado a la reunión. En uno de los pasillos me encuentro con el venezolano Miguel Henrique Otero, director de El Nacional, exiliado aquí desde hace cinco años. Hoy su diario, el más destacado de su país, está imposibilitado de editarse en papel y persiste con una edición online asediada por el régimen de Nicolás Maduro.
Renata, una chica de 24 años, acapara todas las miradas mientras denuncia los tormentos que sufre su padre, Juan Lorenzo Holmann, gerente general de La Prensa, de Nicaragua, mi colega en la comisión de Libertad de prensa de la SIP, detenido arbitrariamente por el gobierno de Daniel Ortega desde hace más de un año. Está en la misma cárcel que Miguel Mora, director de 100% noticias, encarcelado dos meses después de que compartiéramos una comida en Salta en 2018, en la última asamblea que la SIP hizo en nuestro país.
Peligroso umbral
Este año me toca integrar un panel al que nunca antes la Argentina ha sido convocada: “Amenazas del narcotráfico a la prensa”. México, Colombia, Ecuador son los otros casos. 38 periodistas fueron asesinados en lo que va de 2022. Nuestro país lleva un cuarto de siglo sin que eso ocurra. El crimen de José Luis Cabezas trazó un límite que nunca más fue traspasado. El 11 de octubre pasado, apareció colgada en las instalaciones de un canal de televisión rosarino una tela que rezaba “Vamos a matar periodistas… con la mafia no se jode”. Nos acercamos peligrosamente al umbral que nos puede introducir en el infierno que vive buena parte de Latinoamérica.
La SIP presenta la edición 2022 de su ranking de libertad de prensa, lista confeccionada con el aporte de 150 especialistas que conjugan indicadores sobre violencia e impunidad, control de medios, ejercicio del periodismo e información ciudadana. Entre 22 países del continente, solo dos (Canadá y Jamaica) entran en la categoría de “plena libertad de expresión”. Los siguen siete –entre los que están Estados Unidos, Chile y Uruguay- con “bajo nivel de restricciones”. Nueve con “parcial restricción” –allí califica la Argentina junto a sus vecinos Brasil y Bolivia-. Y solo tres en la nómina –Cuba, Venezuela y Nicaragua- son encuadrados en la categoría “sin libertad de expresión”.
Europa con ojos americanos
Escuchamos a muchos de los principales editores españoles. Pepa Bueno y Borja Echevarría, de El País; Alejandro Lasso (El Confidencial); Fernando De Yarza, (El Heraldo); Ignacio Escolar (Eldiario.es). Por la noche, el azar hace que me toque sentarme en una mesa al lado de su padre, el mítico Arsenio Escolar, quien me cuenta anécdotas únicas del último medio siglo español. Juan Luis Cebrián, ex director de El País, advierte la inercia de nuestras sociedades hacia los extremos. “Europa va hacia la extrema derecha, América latina hacia la extrema izquierda”, apunta. “Los medios –complementa- son esenciales para el mantenimiento de la democracia pero hoy la democracia no responde a las expectativas de los ciudadanos. Periodismo y democracia están en crisis”.
Es un sábado en el que todos los diarios llevan en su tapa la ceremonia de la entrega de los premios Princesa de Asturias, en la que el rey ha recordado que el motivo principal de la constitución de la Unión Europea es la preservación de la paz luego de las guerras mundiales. Tres semanas atrás he sido testigo, en un cóctel, de un diálogo de Felipe VI con Oksana Brovko, representante de los medios ucranianos. “La guerra del régimen de Putin contra Ucrania es en realidad una guerra contra todo el mundo democrático”, sentenció, la semana pasada, el rey.
Le pregunto a Michael Greenspon, nuevo presidente de la SIP y directivo de The New York Times, sobre la “fatiga” de muchos lectores –particularmente los latinoamericanos- con la cobertura de Ucrania. “Tenemos una misión; esa misión es cubrir lo que ocurre en el mundo. Y cubrirlo independientemente de que la sociedad lo quiera o no. Continuamos teniendo reporteros en Ucrania y continuaremos cubriendo”, dice. Y agrega: “Será excelente si esa cobertura sigue generando suscripciones pero decidimos la cobertura por lo que es importante en el mundo y lo que la gente debería leer, independientemente de lo que la gente quiera leer o de los contenidos por los que esté dispuesta a pagar”. Habla de su diario pero también habla de todo el periodismo.
Por: Daniel Dessein, presidente de ADEPA y vice regional de la SIP (nota publicada en La Gaceta el 6 de noviembre de 2022)