En muchos países, incluida España, los gobiernos, los medios y otras instituciones, desde diferentes puntos de vista en ocasiones, están buscando fórmulas para combatir la desinformación y reforzar la confianza en los medios de comunicación. Esta preocupación ha dado lugar a una serie de estudios y propuestas que buscan abordar este fenómeno de manera integral.

Uno de los estudios más recientes en este ámbito ha sido realizado por Ramón Salaverría, de la Universidad de Navarra; Ingrid Bachmann, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Raúl Magallón-Rosa, de la Universidad Carlos III de Madrid, y desarrollado en el marco de Iberifier.

El informe, publicado en la revista Índex Comunicación, y denominado Desinformación y confianza en los medios: propuestas de actuación, recuerda que el acceso a información fiable es esencial para la participación cívica.

Los medios han sido históricamente la principal fuente de esta información, pero en el actual ecosistema de medios híbridos, la saturación informativa y los filtros algorítmicos complican esta tarea.

La confianza en los medios está en declive, especialmente en América Latina y otros países, donde las encuestas muestran una caída generalizada en la confianza mediática. Este declive afecta no solo a los medios como industria, sino también a la noción de que la calidad informativa y la diversidad de opiniones son necesarias para una sociedad saludable.

El informe aborda las causas del declive de la confianza en los medios, identificando múltiples factores, tanto internos como externos. Internamente, el deterioro de los estándares profesionales y la fragilidad empresarial han afectado negativamente la reputación de los medios. Externamente, la transformación tecnológica y la polarización política han contribuido a una percepción negativa de los medios.

La aparición de pseudomedios y comunidades digitales alternativas, que difunden desinformación y discursos de odio, también ha exacerbado la desconfianza.

El informe sugiere varias líneas de trabajo que deben tenerse en cuenta para abordar la desinformación y encontrar soluciones, enfatizando la necesidad de un enfoque multidimensional para comprender y mitigar este fenómeno. Las áreas clave indicadas por el informe son:

  • Geopolítica internacional: el estudio aborda cómo las estrategias de desinformación se utilizan en contextos de injerencia internacional, afectando la estabilidad de distintos países.
  • Tecnología y el papel de la inteligencia artificial: se analiza cómo la inteligencia artificial genera desinformación y la necesidad de desarrollar tecnologías que puedan identificar y contrarrestar estas amenazas.
  • Alfabetización mediática e informacional: se subraya la importancia de educar a la población, especialmente a las personas mayores, para que puedan identificar y resistir la desinformación.
  • Circulación de la desinformación a través de canales y plataformas: el informe examina cómo la desinformación se propaga a través de diferentes plataformas y canales de comunicación, destacando la necesidad de un control más riguroso.
  • Minorías y grupos sociales vulnerables: se destaca que estos grupos son especialmente susceptibles a la desinformación, lo que puede agravar su vulnerabilidad y marginación.
  • Procesos electorales: la desinformación tiene un impacto significativo en los procesos electorales, afectando la integridad y la percepción pública de estos eventos democráticos.
  • Ciencia y cambio climático: se analiza cómo la desinformación afecta la percepción pública y la toma de decisiones en relación con la ciencia y el cambio climático.
  • Autorregulación de los medios de comunicación: el estudio propone que los medios adopten medidas de autorregulación para garantizar la veracidad y transparencia de la información que difunden.

Sobre este último punto, se destaca la necesidad de profundizar en la autorregulación de los medios. El informe considera necesario el establecimiento de mecanismos de autorregulación fuertes que contemplen medidas tales como:

  • La transparencia y rendición de cuentas de los medios
  • Una política de corrección de errores rigurosa
  • Una mayor implicación de los defensores de lectores/oyentes/audiencias en la mediación entre medios y públicos

“Son las bases sobre las que establecer cualquier debate posterior sobre posibles vectores de regulación por parte de las administraciones competentes”, apunta el informe.

Paralelamente, y desde el mundo académico, añade el informe, “es necesario seguir investigando en el papel de las plataformas digitales y los algoritmos de las redes sociales para amplificar o mitigar la propagación de la desinformación y sus implicaciones para la confianza. El desarrollo de estudios comparativos que examinen las variaciones en la confianza en los medios en diferentes países o contextos culturales puede ayudar a comprender mejor el impacto de la desinformación en la participación política, la polarización y su incidencia en los procesos democráticos”, concluye.

Fuente: Laboratorio de Periodismo