La difusión de noticias falsas, mentiras y odio en las plataformas de medios sociales es en sí misma un fenómeno altamente alarmante, pero también es una amenaza grande y peligrosa para la libertad de prensa y las organizaciones de noticias profesionales, escribe Marcelo Rech, presidente del Foro Mundial de Editores y Vicepresidente Editorial del Grupo Brasil RBS.
El crecimiento sin precedentes de las plataformas que se han transformado de un sano espacio de conversación social hacia vectores para difundir falsas noticias, mentiras, odio y prejuicios de todo tipo sería, en sí mismo, un factor de gran preocupación para las sociedades civilizadas y la convivencia armónica de diferentes culturas y opiniones. Pero, al cambiar dramáticamente el sentido de la verdad, estas plataformas también amenazan la libertad de prensa, que el mundo democrático buscó y cultivó durante los últimos siglos, a veces con gran sacrificio.
Las condiciones primordiales para la libertad de prensa, la pluralidad de opiniones, la ética, la exactitud y la búsqueda de la verdad son cosas básicas para una prensa independiente y profesional. Esta actividad, representada por vehículos organizados alrededor de salas de redacción formadas por periodistas profesionales e independientes, nunca ha estado tan cerca de la extinción o, al menos, debilitada de una manera que convierta a los vehículos en sombras pálidas de su relevancia pasada.
Una prensa profesional, con su meticuloso proceso de recolección y verificación de hechos y fenómenos, por lo general a nivel local, es un esfuerzo costoso. Aunque para algunas publicaciones las suscripciones siguen representando una importante fuente de ingresos, la sostenibilidad de los medios profesionales es parcial o, en el caso de la difusión abierta, totalmente financiada por los anunciantes.
Con su tremendo poder de operaciones de escala en todo el mundo, mano de obra muy limitada y ninguna inversión en contenido de calidad en absoluto, las plataformas sociales y otros gigantes digitales inundaron el mercado con precios de publicidad a niveles que las organizaciones periodísticas profesionales nunca podrían permitirse.
El resultado de este dumping puede ser observado en todo el mundo: despidos de periodistas, menos influencia y relevancia del contenido profesional e incluso el cierre de operaciones enteras. Un efecto secundario adicional del debilitamiento de los medios profesionales es el crecimiento progresivo de las «echo chambers«, es decir burbujas de opiniones dentro de las redes sociales que no toleran las voces disidentes mientras estimulan el extremismo y la radicalización de puntos de vista.
Apenas aprendimos la salida de este fenómeno: enojo y rencor entre sociedades que antes eran conocidas por desacuerdos respetuosos y democráticos. Hasta hace poco, los medios profesionales solían ser el mediador de estas conversaciones sociales. Ahora, esta misión podría deteriorarse hasta el punto de irrelevancia: los medios sociales y sus voces radicales están ocupando gradualmente el espacio, silenciando de nuevo las voces y las opiniones, incluso en sociedades que alguna vez se consideraron libres. Por eso, como nunca antes habíamos visto, la libertad de prensa y de expresión está a punto de transformarse en la libertad de difundir rumores, falsedades y mentiras.
Artículo original publicado en inglés, traducido por Adepa. Fuente: WAN-IFRA.