*Por Daniel Dessein

2018 puede pasar a la historia como el año en que cambió internet. La crisis de Facebook abrió un debate a escala global que está generando regulaciones y reacciones que pueden alterar sustancialmente la dinámica digital. La Unión Europea sancionó una normativa que restringe el uso de datos privados e impulsa una directiva sobre derechos de autor que transformarán la forma en que circulan contenidos en la web. Distintos países debaten proyectos legislativos para combatir la proliferación de noticias falsas. La News Media Alliance, la asociación de medios más representativa de Estados Unidos, planteó ante el congreso de su país que el tratamiento jurídico preferencial que tiene la prensa en la Constitución debe revisarse. La prohibición de restricciones a los medios por vía legislativa no sería garantía suficiente para la libertad de expresión. Los reguladores de hecho son los gigantes digitales, afirma la organización.

Hasta hace poco, la revolución tecnológica estaba asociada a expectativas de expansión inédita de los niveles de integración, democratización y transparencia a nivel global. Esas expectativas hoy chocan con su contracara. Descubrimos cómo funcionan algoritmos oscuros que fomentan la polarización y la demagogia. Constatamos que pasamos buena parte de nuestras vidas en un ecosistema digital contaminado en el que la intimidad, el honor, la convivencia o la calidad democrática pueden destruirse en un instante. Vivimos tiempos de viralizaciones, manipulaciones y desinformación. 2018 puede ser el año en el que tomamos conciencia profunda de los perjuicios, actuales y potenciales, que nos trajo el vértigo de una carrera descontrolada.

El periodismo es la principal herramienta con la que cuenta una sociedad para descontaminar el hábitat digital. Cobra renovado valor distinguir hechos de opinión, información chequeada de rumores, cuestiones trascendentes de las accesorias en una era en la que impera la confusión.

Los diarios siguen siendo los principales generadores del antídoto para la intoxicación ciudadana. En sus redacciones se produce la mayoría de los contenidos periodísticos de calidad. Ofrece un contexto en el que una comunidad puede identificar los ejes principales para el debate de su proyecto.

La tapa cotidiana de un diario es un ejercicio de jerarquización y selección de los cuatro o cinco temas decisivos para la coyuntura de la sociedad en la que está inserto. Cada edición nos brinda la posibilidad de reapropiarnos de lo público, a través de una introspección colectiva sobre los acontecimientos que estructuran nuestro destino común.

Un diario ya no se define por su soporte. Es una usina de procesamiento informativo que distribuye sus contenidos a través de distintos canales. Llega a nuestros dispositivos electrónicos con información que se actualiza de manera constante y renueva diariamente la ceremonia de la lectura en papel.

Las ediciones impresas, víctimas de una desvalorización injusta en tiempos tecnolátricos, merecen un párrafo especial. En una época de saturación informativa y de maniobras de desinformación, el papel se convierte en un invalorable oasis temporal de desconexión y silencio frente al ruido y al extravío. La bulimia digital que hoy sufren nuestras sociedades, ingiriendo descontroladamente contenidos de calidad diversa y volcando a las redes lo que recibimos o lo que pensamos sin procesarlo ni meditar sobre sus efectos, requiere un tratamiento. Un diario nos proporciona una dieta informativa equilibrada para alimentar adecuadamente al individuo que pretende actuar como un ciudadano. Esto último implica digerir críticamente lo que ingerimos, reflexionar sobre los temas de interés común y tomar decisiones responsables.

La democracia nació y se desarrolló de la mano de los diarios. Hoy siguen constituyendo un foro adecuado para regenerarla. Identificar hechos y debatir desde miradas distintas para lograr consensos básicos son objetivos imprescindibles para una comunidad que busca preservar o recuperar los lazos que la conforman. Los diarios ofrecen un espacio reflexivo para que una comunidad debata lo que es y defina lo que pretende ser.

* Columna escrita por Daniel Dessein, presidente de Adepa, en el suplemento especial por el trigésimo aniversario del diario El Ancasti.