La Pluma Dorada, el premio anual de prensa libre de la Asociación Mundial de Periódicos y Noticias (WAN-IFRA), fue otorgado postumamente al periodista saudí, Jamal Khashoggi.

La premiación, realizada en Glasgow, Escocia durante el 71 Congreso Mundial de Medios de Noticias, el 26 Foro Mundial de Editores y 3er Encuentro de Mujeres de Noticias, reconoció el largo compromiso de Khashoggi -a pesar de grandes sacrificios temporales y fatales consecuencias- de hablar con la verdad al poder ejerciendo su derecho a la libertad de expresión a través de periodismo de calidad.

«Cuando te hablo de miedo, intimidación, arresto y humillación pública de intelectuales y líderes religioso que se atreven a dar su opinión y entonces te digo que soy de Arabia Saudí, ¿te sorprendes?» dijo Dave Callaway, presidente del Foro Mundial de Editores, citando el primer artículo de Khashoggi publicado en The Washington Post después de su autoimpuesto exilio en los Estados Unidos en 2017.

«A pesar del enorme amor que tenía por su país, no podía ignorar lo que estaba pasando», continuó Callaway. «Siguió hablando con la verdad y le costó la vida.»

El 2 de octubre del 2018, Khashoggi entró al consulado de Arabia Saudí en Estambul, Turquía para recoger unos documentos necesarios para casarse con su prometida turca, Hatice Cengiz. Pero ya no volvió a salir. Durante las siguientes dos semanas, el gobierno Saudí negó cualquier conocimiento sobre la ubicación del periodista, alegando que había dejado el consulado después de una hora.

Especial

El día 20 de octubre, la televisión del estado reportó que había sido asesinado en una operación ordenada por un oficial de inteligencia Saudí.

Aún con esta declaración, información sobre su desaparición continúo surgiendo, con diferentes reportes de cómo había muerto el periodista.

Más de un mes después, el juez general de Arabia Saudí, admitió que le había administrado una inyección letal dentro del consulado y que su muerte había sido premeditada.

Desde el homicidio de Khashoggi, le han imputado cargos a 11 personas por su muerte, 5 de ellos con pena de muerte. Sin embargo, un alto nivel de impunidad rodea el caso, en el cual ninguno de los acusados ha sido identificado. A pesar de los reportes de inteligencia de múltiples fuentes globales apoyando la teoría del envolvimiento de un oficial de alto rango, el príncipe Mohammed bin Salman ha negado tener conocimiento del incidente.

«Desde el pasado octubre, muchos de nosotros que conocíamos a Jamal hemos permanecido confundidos. No comprendemos lo que le hicieron, porque el gobierno Saudí juzgó peligrosas sus palabras al punto de ser asesinado brutalmente. Su cuerpo desapareció. Sólo para silenciarlo,» declaró el periodista y director saudí Safa Al Ahmad, quien aceptó el premio en el nombre de Jamal Khashoggi.

«El gobierno Saudí esperaba que la muerte de Jamal asustaría al resto de nosotros. Que nos silenciaría. En su lugar, esos que estaban en silencio han comenzado a hablar. Se han dado cuenta que sus palabras son poderosas, que amenazan al gobierno.»

«La muerte de Jamal no ha sido castigada,» concluyó Al Ahmad. «El devastador poder de la guerra en Yemen continúa. Estamos solos. Hablando con la verdad al poder. Preguntándonos cual de nosotros será el siguiente en desaparecer. En ser torturado. Asesinado.»