Incluso sin un marco legal específico, especialistas afirman que la ley de derechos de autor también es válida en el mundo digital.

El desafío es grande y va en aumento. Obras protegidas por derechos de autor, como libros, textos, música, películas e imágenes, a menudo se comparten en redes sociales como si fueran de dominio público. Con la llegada de los chatbots —aplicaciones de inteligencia artificial que interactúan como si fuesen humanas—, los reportajes publicados en periódicos y revistas se han convertido en material básico para el aprendizaje y entrenamiento de estos modelos, especialmente por usar un lenguaje claro y actual.

Además, estos contenidos son productos confiables: han pasado por verificación, revisión de hechos, edición. El uso indiscriminado de contenido protegido se ha vuelto una cuestión jurídica y está siendo debatida en audiencias públicas promovidas por la Comisión Especial sobre Inteligencia Artificial en la Cámara de Diputados.

Los legisladores resaltan la importancia de establecer un marco legal para el uso de la IA, lo que considera la propuesta de ley PL 2338/23, que contempla infracciones y responsabilidades por el incumplimiento de los derechos de autor.

“La ausencia de reglas claras puede tanto comprometer a artistas, periodistas, desarrolladores y educadores, como limitar el desarrollo de soluciones innovadoras y competitivas en el sector tecnológico”, dijo Gustavo Gayer (PL-GO), autor de uno de los pedidos de debate del proyecto, en la última audiencia, realizada el martes 2. Una nueva reunión abierta al público fue programada para el martes 9.

A pesar de estas discusiones, los especialistas alertan de que la legislación brasileña no distingue entre un ambiente físico y uno digital cuando se trata de delitos. “No respetar la ley de derechos de autor, incluso en los chatbots, es un crimen”, afirma Marcos Wachowicz, profesor de Derecho Digital en Paraná. El espacio virtual no es una tierra sin leyes.

Ya han ocurrido casos internacionales: en Estados Unidos, The New York Times demandó a OpenAI, desarrolladora del popular ChatGPT, y a Microsoft (Copilot). En Japón, Asahi Shimbun presentó una demanda contra Perplexity AI.

En Brasil, más recientemente, Folha da Manhã también presentó una acción judicial contra OpenAI por los mismos motivos. La empresa solicita la inmediata interrupción del uso de sus contenidos para respuestas a usuarios y para entrenar los sistemas, y reclama una multa diaria mínima de R$ 100.000 en caso de incumplimiento. La demanda acusa a OpenAI de violación de derechos de autor y competencia desleal. Se alega además que la desarrolladora utiliza incluso contenido exclusivo de suscriptores del periódico.

Este es el primer caso en el que una gran empresa periodística presenta una demanda contra una gran tecnológica (“big tech”), lo que podría abrir un precedente para que otros medios sigan el mismo camino.

Fuente: Veja

Traducción realizada por ADEPA