El Covid-19 generó un escenario crítico para la economía global, y eso impactó negativamente en los medios de comunicación a nivel global. Usando esa premisa y sus derivaciones en el presente y el futuro inmediato, el periodista y académico español Eduardo Suárez dio una charla por videoconferencia el viernes 8 de mayo, en un encuentro convocado conjuntamente por Adepa y el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), en el que participaron cerca de 200 personas.
Suárez es actualmente el Director de Comunicación del Reuters Institute for the Study of Journalism, centro académico que analiza las tendencias del periodismo en todo el mundo. Recientemente, el RI publicó un informe sobre la visión que tienen los ciudadanos de seis países sobre la información vinculada a la pandemia. Entre esos países, aparece la Argentina.
En su exposición, Suárez habló de tres amenazas que se ciernen sobre la prensa. La primera de ellas se refiere a la economía. “Esta es la más urgente de todas: los meses que se avecinan serán duros para todos”, expresó. Suárez planteó que los que más van a sufrir son los medios más endeudados y los que más dependen del papel y de la publicidad. A su vez, reconoce que el impacto será menor en aquellos medios que aprovecharon el tiempo para construir su negocio en torno a las suscripciones digitales y aquellos que tienen un vínculo de fidelidad más estrecho con sus audiencias.
Las cifras de España ofrecen una idea aproximada de cuán grave es la situación. Según cifras de la consultora Media Hotline recogidas por Digimedios, la inversión publicitaria cayó 13% durante el primer trimestre con respecto al mismo periodo del año anterior. Esa caída es aún más pronunciada en la radio (19%) y en los diarios impresos (23%), y algo más ligera en la publicidad online (casi 5%).
La segunda amenaza que Suárez detalló en su exposición es la de los ataques a la libertad de prensa. Según su análisis, la crisis le da un espacio de maniobra a los líderes autoritarios de todo el mundo para recrudecer la represión contra el periodismo independiente. Algunos líderes latinoamericanos están vulnerando el derecho de los ciudadanos a recibir una información de calidad. A pesar de las advertencias de las autoridades sanitarias, Andrés Manuel López Obrador y Jair Bolsonaro han culpado a los periodistas de sus respectivos países, México y Brasil, de exagerar el impacto de la pandemia. El presidente brasileño ha empujado a Twitter, YouTube y Facebook a una decisión inédita: suspender la emisión de sus discursos por “difundir información dañina para la salud”.
Según el informe de Reuters Institute for the Study of Journalism, el 34 por ciento de los españoles dice haber recibido información falsa del Gobierno, un 36 por ciento de parte de los medios y un 43 por ciento de los políticos. Son los porcentajes más altos del estudio, que incluye cifras de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Argentina y Corea del Sur.
La tercera y última amenaza que el Director de Comunicación de Reuters Institute for the Study of Journalism detecta es la que concierne al futuro. “¿Qué ocurrirá con medios digitales que lograron desarrollarse en los últimos años en entornos complejos y que cubren la actualidad con más libertad y rigor que la prensa convencional?”, se preguntó.
Muchos de estos medios reciben donaciones privadas y ayudas de fundaciones, pero son vulnerables a la crisis que se avecina y necesitan, más que nunca, el apoyo de su audiencia más fiel. Un caso esperanzador es la evolución reciente del medio español eldiario.es. Fundado en 2012, ha tenido ganancias con un modelo que combina los ingresos por membresía con la publicidad. A principios de marzo, su fundador y director, Ignacio Escolar, describió la situación compleja a la que se enfrentaba, y anunció una rebaja de los sueldos más altos, subió su cuota anual e invitó a sus socios a aumentar sus donaciones. En apenas mes y medio, el número de socios se ha disparado de 36,000 a 51,000 y ha recibido decenas de donaciones voluntarias de lectores que se resisten a verlo desaparecer.
Asimismo, Suárez destacó que cada medio debe encontrar su propio modelo que le sea útil. Las ayudas de fundaciones y la publicidad pueden ser parte de la solución. Pero ninguna cabecera sobrevivirá sin el apoyo de su audiencia.