La proliferación de la “industria de los medios falsos”, que se nutren de publicidad programática, puede suponer “una amenaza para la sostenibilidad de los medios tradicionales”. El estudio “Los nuevos contornos de la desinformación”, impulsado por la Fundación Luca de Tena y coordinado por la periodista Carmela Ríos, expone cómo la inteligencia artificial y “la motivación económica” facilitan a estas iniciativas, con apariencia de medio de comunicación, monetizar sus espacios con publicidad de marcas reconocidas como Correos, Temu o Orange”. “Esto es una estafa para la industria”, destaca Carmela Ríos.
Se trata de “depredadores de publicidad” que “estafan a agencias y a anunciantes. Estos falsos medios hacen uso de la desinformación, la viralidad y las redes sociales para lograr su objetivo. Las redes encuentran vía libre a la distribución de desinformación, que “es mayor allá donde la moderación de contenidos se ha relajado”. En el caso de los falsos medios, “donde más ha calado es en Facebook a través del primer comentario”, que es donde se ubican los links a estas granjas de contenido.
En este sentido, “es necesaria una revisión de la regulación” para corregir esta disfunción, que tal y como recoge el informe “tras sofisticadas operaciones de manipulación de contenidos, se esconde la voluntad de enredar a los usuarios en una impostura de medios de comunicación con un fin meramente económico”.
“Este fenómeno no es nuevo. La pandemia de COVID-19, declarada en 2020, acentuó significativamente este problema. Durante este periodo, se observó un aumento drástico en la difusión de información falsa relacionada con la enfermedad y sus tratamientos. Las redes sociales se inundaron de enlaces a sitios web que, bajo la apariencia de medios legítimos, promovían remedios no comprobados e incluso peligrosos. Estas prácticas no eran fortuitas; el principal objetivo detrás de estos falsos medios era aprovechar el miedo y la incertidumbre para generar ingresos mediante la monetización de visitas y publicidad”.
La inteligencia artificial ha llevado este negocio a otro nivel
“La IA permite generar ilustraciones o pretendidas fotografías cuyo contenido apela directamente a las emociones de los usuarios al resultar conmovedoras, tiernas o simplemente chocantes”, apunta el informe. “En esta interactividad reside la primera parte del negocio: cuánto más viral, más exposición tendrá la página en una red socia”.
“El contenido señuelo siempre incluye un primer comentario que invita al usuario a ampliar la información en un enlace externo. Se trata de la puerta de acceso a un falso medio o granja de contenidos. En esta fase la inteligencia artificial alimenta todo el proceso, desde el diseño y la creación de una web como la de los contenidos, en su mayoría falsos artículos de prensa sobre personajes conocidos y celebridades. Estas publicaciones suelen abordar temas controvertidos o emocionalmente impactantes, lo que asegura así un alto nivel de visibilidad”.
“Una característica destacada y especialmente preocupante de estos sitios es que frecuentemente contienen espacios publicitarios que generan ingresos económicos. Lo alarmante es que muchas veces las empresas reales pagan por estos anuncios a través de sistemas de publicidad programática sin conocer el contexto en el que aparecerán sus marcas. Esto no solo proporciona financiación a los falsos medios, sino que también les otorga una legitimidad aparente ante los ojos de los usuarios. Además, estas páginas pueden recopilar información personal de los visitantes, aumentando los riesgos para la privacidad y seguridad de los datos”.
Los resultados de una investigación realizada por NewsGuard y comScore concluyen que la industria de la desinformación ingresa 2.600 millones de dólares cada año procedentes de la publicidad programática.
Desinformación transnacional, algorítmica e impulsada por IA
El estudio, que también analiza en profundidad la desinformación durante las elecciones europeas del pasado año concluye que la desinformación es trasnacional, algorítmica, se alimenta de la inteligencia artificial y persigue una finalidad no sólo de influencia ideológica o geopolítica sino también económica. Estos son los patrones que dibujan un estudio realizado en X, Facebook, Instagram y Tik Tok gracias a la observación de ocho perfiles ficticios con diferentes características ideológicas y demográficas y el análisis de las publicaciones recomendadas que llegaron a sus cuentas durante los tres meses anteriores a la celebración de las elecciones europeas de junio de 2024.
El estudio confirma cómo, a pesar de una mayor conciencia social del problema, la desinformación forma parte ineludible de la experiencia de usuario de las redes sociales como un fenómeno endémico y mutante. Lejos de declinar, los actores de la desinformación han encontrado en la inteligencia artificial una valiosa tecnología que puede aplicarse y magnificar las campañas en todas las fases del proceso: la creación de contenidos, la gestión de las cuentas de redes sociales que sirven para amplificar la difusión, así como la creación de páginas webs externas a la plataforma.
Los resultados del estudio mostraron la dificultad de que un usuario de redes sociales sin adscripción ideológica o poco interesado por la política reciba, en periodo electoral, un menú de contenidos relacionados con la política que refleje la diversidad de opiniones propias de una democracia o información de medios de referencia. Más bien al contrario: el algoritmo de las redes sociales estudiadas tiende, al menos en este caso, a favorecer las dinámicas de radicalización y ofrecen a sus usuarios publicaciones más extremas de la que dibuja su identidad digital.
La investigación confirma la explosión de las estafas financieras en las redes sociales y la utilización como, reclamos publicitarios, de personalidades políticas nacionales e internacionales cuya imagen o voz son suplantados en vídeos manipulados para atraer la atención de los usuarios. Estas operaciones tienen un carácter transnacional como sucede también con la estrategia de actores destacados de la desinformación como Rusia que, como reveló la investigación, se dirige a también los usuarios españoles de redes sociales con objeto de alterar la percepción del público occidental del actual régimen del presidente Putin.
Fuente: Laboratorio de Periodismo