Por Andrew Heslop
El informe de libertad de prensa de 2016 es incómodo de leer.
La impunidad para quienes matan periodistas continúa socavando los intentos de los sistemas jurídicos mundiales por hacer justicia y garantizar el imperio de la ley. Junto a un número creciente de ataques físicos y un espacio digital cada vez más hostil, estamos lejos de garantizar un entorno seguro para los profesionales de los medios, en cualquier dominio.
La persistente aplicación de las leyes de seguridad nacional para castigar a los medios de comunicación o aumentar aún más las limitaciones a la libertad de expresión, ha provocado escalofríos en las redacciones del mundo. Cada vez se vuelve más sensible cubrir un número creciente de temas ; para que los periodistas puedan hacerlo se requiere más que una comprensión superficial de la ley y de su aplicación. Según el censo anual de prisión del CPJ, las cárceles del mundo albergaron a unos 259 periodistas en 2016, el número más alto registrado.
¿Cuántas historias nunca se publicaron a causa de esta realidad? Nunca lo sabremos. La evidencia que tenemos sugiere que el silencio se está esparciendo; el imperativo de pensar dos veces antes de publicar se está volviendo algo de lo más común. Con la entrelazada complejidad de los intereses comerciales y la precaria situación financiera de las empresas de medios, esas marcas rojas que delimitan lo que se puede y lo que no se puede cubrir, se están convirtiendo más en cajas rojas en las que se tiran muchas cosas, etiquetadas como «prohibidas» para el periodismo. Cuando las consecuencias de producir una nota pueden ser tan drásticas, potencialmente mortales, no sorprende que tantos elijan, por más que no quieran, abandonar una historia periodística para estar seguros de que sobreviven un día más.
El año 2016 es consistente en el sentido que se ajusta al patrón de declive observado en los últimos años de una erosión de las libertades fundamentales que se refleja en los editoriales del «3 de mayo» cada vez más pesimistas. Al marcar otro Día Mundial de la Libertad de Prensa y al hacer las habituales y necesarias condenas sobre todo este deterioro, también debemos reconocer los esfuerzos para contrarrestar la caída. Es quizás lo único positivo en los 12 meses negros para la libertad de los medios.
Las presiones sobre los periodistas y las organizaciones de medios están diseñadas para reducir la transparencia y la rendición de cuentas en la sociedad. Esto suele significar que los grupos de interés tienen algo que esconder de la vista del público. En última instancia, los medios de comunicación necesitan hacer un mayor esfuerzo para convencer a la opinión pública de que tal influencia es un ataque a los valores comunes y no debe ser tolerado.
Mientras tanto, los medios de comunicación están obligados a abogar por sí mismos. Las organizaciones, instituciones, ONGs y agencias de apoyo diseñadas para ayudar en esto son vitales, pero no son suficientes. No son eficaces a menos que los propios medios participen activamente en la definición de los asuntos, la dirección de la agenda, la implementación de los objetivos y la movilización conjunta para abordar las cuestiones que les afectan directamente. Esto es un trabajo tanto de la sala de noticias, o la sala de consejo como fuera en lo público, lo que significa que muchos desafíos provienen de las estructuras propias de los medios.
Por más paradójico que suene, debemos ser responsables de nuestros errores – actuar para cambiar la desproporcionada falta de mujeres en puestos de dirección y atender la manera en que muchas redacciones tratan a jóvenes de ambos sexos; detener la caída del atractivo de tomar un empleo en los medios de comunicación; crear las condiciones y la flexibilidad que atraen – y retienen – al talento más capacitado; hacer de nuestros estándares editoriales los más rigurosos y que nuestras operaciones comerciales sean dignas de la más profunda confianza. Hay versiones de estos – y muchos otros más – argumentos en las redacciones de todo el mundo; es de sentido común sugerir que una profesión fuerte tiene más posibilidades de luchar contra la epidemia que enfrenta si primero arregla sus problemas internos.
Pero no podemos esperar; los esfuerzos simultáneos para abordar estos desafíos internos y externos van de la mano. Proveer capacitaciones profesionales significativas que eduquen a las personas y eleven el estándar general de la organización es un comienzo. Como profesión, debemos aspirar a decir que hemos hecho todo lo que está en nuestro poder cuando se trata de abordar retos internos. Necesitamos ser íntegros en todos los aspectos, y eso comienza en nuestro escritorio, en nuestro propio lugar de trabajo, con nuestros propios valores y prácticas expuestas.
Esta autocrítica generará autoconfianza. Debido a la competencia por atraer y mantener a la audiencia, nos exigimos los más altos estándares en cuanto a nuestro negocio y la línea editorial: ¿por qué no también nos exigimos en términos de nuestros derechos, nuestra seguridad y las condiciones necesarias para desempeñar eficazmente nuestras funciones? Un punto de partida vital debe ser conocer tus derechos y las limitaciones legales que se han puesto sobre tu libertad como periodista. Es crucial educarnos a nosotros mismos para que podamos educar a otros en ser profesionales más fuertes, mejor informados sobre las opciones que tenemos y conscientes del apoyo que existe para nosotros.
Pero lo más importante es ser conscientes del poder de la acción colectiva, de movilizarse como profesionales- por los profesionales- en cualquier tema que se interponga en nuestro camino. WAN-IFRA trabaja directamente con organizaciones de medios en más de 20 países para apoyar estos esfuerzos. Más allá de la concientización sobre la importancia de una prensa libre, los medios en África, Asia, América Latina y Medio Oriente están tomando medidas concretas para liderar la defensa de sus propias libertades – en sus redacciones, entre pares y en las comunidades en las que operan.
Nuestros Comités de Libertad de Prensa están capacitando a los medios para reforzar su incidencia en cada continente. Coordinados y dirigidos por profesionales de los medios, ellos fijan su agenda y definen lo que pueden lograr como grupo en asociación con iniciativas ya consolidadas, o como un equipo individual. Con un año de avance, ya observamos cómo la estrategia puede proporcionar un camino hacia adelante.
En Uganda, una red de más de 250 periodistas está conectada en todo el país para discutir la seguridad, las buenas prácticas, ofrecer asesoramiento e identificar dónde los colegas necesitan apoyo y capacitación para elevar el nivel de la profesión a la vista del público. En Egipto, nuestro Comité está llevando a cabo una investigación sobre por qué la sociedad se está alejando de los medios de comunicación, ofreciendo sugerencias sobre cómo la profesión puede revertir esta tendencia. En Indonesia, la colaboración entre nueve organizaciones de noticias líderes trajo a la industria centrada en Yakarta a la provincia periférica de Papúa para exponer temas que los medios locales sintieron que recibían poca o nula cobertura en la agenda nacional.
En Ecuador, los medios están liderando los llamados de reforma con el nuevo gobierno luego de iniciar consultas públicas sobre el rediseño de las notorias leyes de medios. En Sudáfrica, nuestras salas de redacción asociadas han diseñado y desarrollado su propio programa avanzado de capacitación en seguridad digital, reconociendo que todos ellos necesitan tener acceso a las últimas habilidades para sobrevivir en un ambiente online cada vez más controlado.
En Palestina, Botswana, Malasia, Colombia, Zambia, Camboya, Kenia y una docena de otros países, WAN-IFRA se asegura de que los medios tengan actividades de defensa similares que impactarán el estado general de la libertad de expresión, así que el próximo año o dentro de cinco, o más adelante, los artículos de opinión publicados el 3 de mayo no sean tan negativos.
Estamos mejor equipados, más empoderados y más propensos a tener éxito – y continuar con él – si sabemos que tenemos el apoyo de colegas y compañeros. Esa es la fuerza de nuestra profesión. Este es el objetivo que WAN-IFRA está defendiendo en este Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Andrew Heslop
Director, Media Freedom
WAN-IFRA