El periodista Marcelo Bonelli fue distinguido con “la Orden al Mérito de la República Italiana”, la máxima distinción que otorga el país, por ser “uno de los principales referentes del periodismo argentino y transmitir los valores del genio y del ingenio italiano en el país”, según comentó Giuseppe Manzo, embajador de Italia en la Argentina.
La ceremonia, a la cual asistieron familiares, colegas, empresarios, economistas y políticos, se desarrolló en el marco del ciclo “In-genio en el periodismo”, organizado por la embajada.
En la ceremonia, el periodista de Canal 13, TodoNoticias y Radio Mitre, brindó una charla sobre “Periodismo en tiempos de desinformación”, donde se refirió a las fake news y las redes sociales. Destacó que en la era digital la primer víctima es la veracidad, por lo que esta representa un desafío para el buen periodismo.
Bonelli declaró que el periodista profesional es la “mejor arma para conocer la realidad” en tiempos de desinformación, y agregó que si el ciudadano no puede distinguir entre lo veraz y la mentira “las democracias se complican.” Además, planteó que el problema de las redes sociales es que se compite “contra anónimos” que están fuera del control social, lo que lleva a una pérdida de “la excelencia periodística.”
Al momento de la premiación, Bonelli agradeció a Italia por la condecoración y dijo que significaba un orgullo para él: “Me llena de orgullo y responsabilidad y me carga de energía para intentar hacer todos los días un mejor periodismo”.
A continuación, compartimos la disertación completa de Marcelo Bonelli.
PERIODISMO EN TIEMPOS DE DESINFORMACION
Italia ha sido la madre del periodismo desde la antigüedad.
En el año 69 Antes de Nuestra Era, Cayo Julio César, el gran emperador romano hizo publicar el “Acta Diurna”.
El Boletín Oficial Romano para uso de funcionarios.
Julio César, después, democratizó el “Acta”, y la distribuyo entre la población del Imperio, incorporando más información para los ciudadanos.
Su publicación se mantuvo hasta el año 330 de nuestra era cuando el emperador Flavio Valerio Aurelio Constantino, trasladó la capital del imperio de Roma a la Constantinopla.
El primer periódico, del que somos herederos nació en Venecia en 1555.
Era una publicación semanal que incluía todo tipo de noticias.
Su nombre, “Gazzetta”, se relacionaba con la moneda local que tenía esa denominación.
Era una publicación privada y, por lo tanto, se vendía, no se entregaba gratuitamente.
Se puede decir que en Venecia nació el periodismo moderno.
Su precio era, precisamente, una gazzetta, término que devino en un papel impreso.
Me siendo personalmente orgulloso por ese nacimiento del periodismo moderno en Venecia
La Gaceta de Venecia le dio el nombre en la Argentina al primer diario local: “La Gaceta de Buenos Aires”, que fundó Mariano Moreno, el 7 de junio de 1810.
La publicación que jugó un rol importante en el proceso independentista de Argentina.
Mi apellido Bonelli está muy extendido en toda Italia, pero particularmente en la región centro-norte, y en Padua, en la región del Véneto, donde también hiciera punta el periodismo.
Bonelli es un hipocorismo de bonus, una forma cariñosa de decir bueno.
Es decir, que aunque no lo crean muchos, soy de origen bueno.
Tras la aparición de la “Gazzetta” veneciana, numerosas publicaciones periódicas fueron surgiendo en los países.
En Francia, en 1631. En España, apareció la Gaceta de Madrid. Mucho antes de la Gazzetta, y durante la Edad Media no hubo medios escritos pero la información se difundía a través de trovadores y juglares que difundían las noticias y a veces las inventaban.
Los trovadores no solo inventaban. También agrandaban historias y distorsionaban la realidad por orden de los señores Feudales para beneficiar o perjudicar a los protagonistas de las historias.
Desde esa época existieron los emisores de noticias falsas, que se usaron para campañas de desinformación.
Por esa razón, en 1285 el rey inglés Eduardo I intento buscarle una solución y sancionó la “Ley de Prensa” que castigaba la difusión de hechos falsos.
Los trovadores fueron los primeros difusores de las “fake news”.
En la actualidad, las redes sociales le han dado un impulso vigoroso a ese debate y al desafío de la desinformación
A través de las nuevas plataformas las “fake news” se convirtieron en una competencia desleal para el periodismo.
Por una sencilla razón: sus mentirosas noticias son más espectaculares que la realidad misma.
Todos los periodistas vivimos a diario esa experiencia.
Tuve, como muchos colegas, que competir con noticias falsas en un momento clave de Argentina.
Yo digo en forma irónica que hay dos temas que centran la atención de los argentinos: el dólar y Maradona.
En el año 2001, en medio de la crisis el dólar había saltado de uno a 4 pesos
No había formas de que subiera más. Pero mientras yo decía esto, había noticias falsas que decían que el billete no iba a parar hasta subir a los 10 pesos.
La gente se concentraba en esa noticia basura. Era difícil hacerle frente,
Era una noticia falsa. Una desinformación, intencionada: los que la difundían querían que Argentina elimine su moneda y dolarice la economía.
El dólar no solo no subió. Bajo de los 4 pesos y quedo estable por mucho tiempo en 3 pesos.
Pero antes del boom de las redes todos estábamos obligados a dar la cara
La gente le creía o no al periodista. La credibilidad del emisor de la noticia se ponía en juego.
En cambio ahora se compite contra anónimos. Contra redes sociales que nadie controla. Peor aún: contra robots.
La Web, Internet, y las redes sociales son grandes adelantos para las comunicaciones
Los avances tecnológicos permiten a cualquier persona o grupo comunicarse y hacerse escuchar. Se trata de la socialización de la información.
Antes una primicia duraba un día y las fuertes una semana. Ahora duran un minuto y el origen se diluye en breve.
Es un proceso que otorga horizontalidad a la comunicación. Esto trajo muchísimos beneficios y entre ellos dos especiales:
La capacidad de respuesta del receptor.
Desbloquea cualquier intento de ocultar información.
Pero las redes sociales también generan muchísimos riesgos.
Hasta ahora la web y las redes no son generadores de información, sino básicamente mecanismos de trasmisión de datos.
Las redes sociales no tienen el control, la rigurosidad y la supervisión del periodismo tradicional.
Las redes están fuera del control social.
Hay organizaciones que las utilizan para crear una inexistente realidad virtual.
Las primeras víctimas de estas organizaciones son:
-Pérdida de excelencia periodística.
-Carencia del origen de la información.
-Ausencia de credibilidad necesaria sobre las noticias.
-En otras palabras: la desinformación.
El peor sistema es la utilización organizada de las redes sociales para inventar una realidad, para distorsionar la verdad y manipular la opinión pública.
Lo que se llaman los ejércitos de “trolls”, que se crean con noticias falsas para desinformar, crear historias y tendencias falsas, denigrar adversarios, desprestigiar dirigentes sociales y políticos.
En la era digital, la veracidad es la primera víctima.
Existen millares de operaciones de desinformación y de todo tipo. Miremos distintos ejemplos:
– En Francia mostraron imágenes de Macron lavándose las manos después de saludar a obreros. Aunque la verdad fue que había atrapado y tocado una anguila.
– En Argentina se viralizó un supuesto extracto bancario de la ex presidenta Cristina y datos que da por ciertas y verificadas por la Justicia argentina un par de cuentas a su nombre en paraísos fiscales.
– Hubo un video falso como trailee de una seria de Neflix sobre los Panamá Papers: que mostraba a Pedro Almodovar como director y termina con una escena contra Mauricio Macri.
– En Italia proliferaron noticias faltas vinculadas con la inmigración y crímenes de inmigrantes para crear un clima xenófobo.
– En Inglaterra se trasmitieron historias de fantasía para justificar el Brexit, Como los 350 millones de libras que los británicos obtendrían por semana “si Bruselas no los robara”.
Así, la era digital se convierte en un gran desafío para el buen periodismo.
Los periodistas debemos competir contra máquinas que trasmiten esas mentiras.
La cuestión nos plantea un gran desafío:
¿Nos cruzamos de brazos a la espera de la regulación del tráfico de información en la web, como Eduardo I hizo con los trovadores? ¿O aprovechamos el momento para revalorizar los beneficios del periodismo moderno y torcerle el brazo a las mentiras de la web?
Es una pelea perfecta: periodismo vs desinformación.
La información es el combustible de la democracia.
El conocimiento de la realidad es lo que permite a los ciudadanos formar una opinión sobre el accionar de los gobiernos. Encarar los problemas sociales y abordar sus soluciones.
Mariano Moreno lo reflejo en la propia Gaceta de Buenos Aires cuando publicó el contrato social de Rouseau.
“Si los pueblos no se ilustran, si cada hombre no conoce lo que vale, será nuestra suerte mudar de tirano, sin destruir la tiranía”.
Los ejércitos de trolls son batallones que hacen que recibamos un flujo permanente de desinformación intencionada.
Si el ciudadano no puede distinguir entre lo veraz y la mentira, las democracias se complican y se hace inviable la solución a los problemas sociales.
Un estudio en 2015 encontró que alrededor del 50 % del tráfico de la web mundial procede de bots. Millones de usuarios de Twitter y de Facebooks, que exhiben comportamientos no humanos.
Buena parte de ellos son robots nocivos que manipulan portales y trafican información falsa para promover ideas extremas, fanatismos e información inexacta para distorsionar y manipular la sociedad.
A diferencia de la TV, la radio, la prensa escrita y los propios periodistas, estas plataformas no tienen control y solo se justifican diciendo que se autorregulan.
No tienen rostro.
Por eso creo que hay un camino que se debe transitar:
– Los usuarios de internet y redes deberían estar obligados a mostrar su identidad real, a través de autenticar las cuentas.
– Por otra parte, las plataformas solo deberían dar cuentas a personas verificables.
– Restringir a las plataformas la comercialización de nuestros datos personales, sin autorización previa de las propias personas.
– Fortalecer los medios profesionales, donde desarrollamos el periodismo.
Los periodistas estamos en la primera línea de las campañas de difamación de las redes sociales. Cada vez más, los periodistas nos convertimos en objetivos de campañas de persecución organizadas, patrocinadas y financiadas desde el Estado y factores de poder.
Para esconder y distorsionar la verdad, se intenta cuestionar a quien trasmite la noticia real.
Por eso las fake news se convierten en el gran obsesión de del periodismo actual
El desafío es cada vez mayor en la medida que la verdad se convierte en una víctima de las campañas de desinformación.
Por eso, nuestro compromiso debe redoblarse con la verdad. La información es el motor de desarrollo de las sociedades modernas. Los periodistas independientes debemos actuar como guardianes de la veracidad y como elementos de control y equilibrio en las sociedades.
Somos el “antídoto” para las noticias truchas, las campañas y la manipulación.
Para eso debemos poner la cara, respaldar la información con fuentes y con nuestra trayectoria.
Como en cada momento de duda esto se logra volviendo a las fuentes de la profesión.
Comprometernos con la verdad para ser vehículos que faciliten el debate social.
En la adolescencia decidí estudiar y dedicarme al periodismo. Amo esta profesión porque estoy convencido que la difusión de los hechos tal como son ayuda a evolucionar a las sociedades.
Las noticias exponen los problemas tal como son. La difusión de la información abre el debate social. Y ese debate social permite buscar formas para resolver los problemas de una sociedad.
Han pasado varias décadas desde ese momento. Pero hoy creo lo mismo
Porque en tiempos de desinformación y manipulación, el periodista profesional sigue siendo la mejor arma para conocer la realidad.