Por Daniel Dessein*

SANTIAGO DE CHILE.- El joven presidente chileno Gabriel Boric (38 años) vivió, a lo largo de su gestión, momentos de gran tensión con los medios de su país. Después de dos años de mandato, maduró su visión sobre el rol que cumplen. “La prensa debe ser incómoda”, afirmó el viernes pasado, ante 2.500 periodistas de 160 países que lo escuchaban en la sesión inaugural de la conferencia por el Día mundial de la prensa, organizada por la Unesco, en Santiago de Chile. “A mí me han incomodado mucho –continuó-, y eso significa que hicieron un buen trabajo”.

En el medio de su discurso, un grupo de activistas lo interrumpió desplegando una bandera de diez metros, denunciando a los gritos el asesinato de una comunicadora social durante una manifestación. Boric los dejó hablar y luego los contuvo. “Esto también es libertad de expresión, yo estuve del otro lado”, dijo el presidente que no hace mucho fue un activista estudiantil que encabezaba reclamos a través de esos métodos de protesta.

Concluida su alocución, se acercó a conversar con nosotros, interesado en los medios argentinos. A mi lado, un directivo del diario conservador El Mercurio era saludado efusivamente por la ministra Camila Vallejo, miembro del Partido Comunista y la mayor protagonista del Gobierno junto con el presidente. El intercambio era equivalente a un abrazo inverosímil entre Máximo Kirchner y Héctor Magnetto durante el gobierno de Cristina. Se sumó a los saludos Michelle Bachelet, la ex presidenta cuyo padre murió arrestado durante la dictadura pinochetista. “Las diferencias terminaron generando respeto e incluso afecto”, comenta un periodista chileno.

No hay un paraíso del otro lado de los Andes. Hay violencia extrema como la que sufrieron los tres carabineros asesinados, con sus cuerpos luego quemados por activistas mapuches. Hay liderazgos crecientes en la extrema derecha y en la extrema izquierda, con un centro político fragmentado. Pero también muestras de respeto por la diversidad de ideas que sostienen la esperanza en tiempos en los que la polarización se expande peligrosamente alrededor del mundo.

El rezo de María

La filipina María Ressa, premio Nobel de la Paz 2021, es una de las periodistas más perseguidas en el planeta y uno de los mayores símbolos de resistencia y de compromiso con la libertad de expresión. Acosada por el gobierno de su país, con amenazas constantes de prisión, María estuvo en la reunión de la Unesco en Chile para poner el foco en los grandes retos que enfrentan el discurso libre, el periodismo y la democracia. Su charla fue una oración laica por el cambio de un mundo en el que avanza la desinformación. Un mundo sin una visión compartida y básica de la realidad, sostiene Ressa, no puede arribar a consensos para trazar un camino común. “Sin hechos, no hay confianza ni paz, no hay democracia”, resalta. El periodismo, por lo tanto, juega un papel crítico en la preservación y en la generación del oxígeno indispensable para una convivencia armónica y la resolución de nuestros problemas.

María Ressa pone el acento en las nuevas generaciones, más alejadas de las vías tradicionales de información y más expuestas a la contaminación del ecosistema digital. Como presidenta de Ifpim (Fondo Internacional para Medios de interés Público) impulsa programas, como el que lleva adelante LA GACETA, para conectar a los jóvenes con el periodismo.

Santiago +30 y “las tres P”

En el marco de la reunión de la Unesco, directivos de entidades periodísticas de una decena de países iberoamericanos, junto con la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y Wan-Ifra (Asociación Mundial de Editores), suscribieron la declaración Santiago +30, documento que concibe a la libre expresión como piedra angular de nuestras democracias. “Nuestros países están acosados por lo que Moisés Naím denomina ‘las tres P’: polarización, populismo y posverdad. Y esto se combate con “tres D”: datos, datos y datos”, dijo Carlos Jornet, presidente de la comisión de Libertad de prensa de la SIP.

La declaración Santiago +30 demanda a los gobiernos la erradicación de las narrativas estigmatizantes y el apoyo a la sustentabilidad de los medios; a las empresas tecnológicas, transparencia en sus algoritmos y una justa compensación por el uso de contenidos; a las empresas periodísticas, calidad, resistencia a las presiones y creatividad en sus modelos de negocio. 

Prensa para pensar

La democracia implica un diálogo en nuestras sociedades apoyado en datos contrastados y compartidos. Ese intercambio no puede efectivizarse sin un periodismo profesional que proponga temas de una agenda común, detectando las prioridades y los intereses ciudadanos, distribuyendo información chequeada. Las propuestas demagógicas reemplazan los argumentos por los rótulos y las descalificaciones, la complejidad por la simplificación, las diferencias tamizadas por la lógica por la ficción de un debate alimentado por sesgos, las enunciaciones razonadas por los estímulos emocionales, la incomodidad de los interrogantes periodísticos por la ficción de la comunicación directa de las redes. 

Durante tres días, periodistas de todo el mundo reflexionamos sobre nuestro papel ante los desafíos del presente. Poco antes de dejar Chile, vemos un lema de la BBC que se traslada a todo el periodismo de calidad: “No estamos aquí para decirte qué pensar. Estamos hechos para hacerte pensar”. 

*Presidente de la comisión de Libertad de prensa de Adepa, vicepresidente regional de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), miembro de la Junta asesora de Wan-Ifra (Asociación Mundial de Editores), miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.

Sin hechos no hay democracia

Por María Ressa*

Estamos viviendo tiempos muy oscuros, que requieren el sacrificio de todos los periodistas. El sacrificio de cada ciudadano en el mundo. En el discurso de aceptación del Nobel en 2021 dijimos que estamos en el mundo que estaba despareciendo. Eso se hizo literal en 2022 y 2023, e incluso peor en 2024. El desafío hoy es recuperar ciertas reglas internacionales. El desafío es la justicia, proteger a la humanidad. Porque muchos se salen con la suya con impunidad. Empresas y países. Eso literalmente nos destruye. Destruye la confianza para la próxima generación. Como periodistas estamos en la primera línea.  Cuando fallamos allí, las personas a quienes servimos pierden su derecho, sus libertades, sus vidas en definitiva. A nosotros nos matan, nos llevan a prisión, nos silencian. Más de 500 periodistas están hoy en la cárcel. Como Evan Gershkovich en Rusia, Jimmy Lai en Hong Kong, Frenchie Mae Cumpio en Filipinas, y tantos otros. Hoy ya hay 44% más periodistas asesinados que en 2022, producto de la situación en Gaza. Y también están los silenciados. 

Hay muchas más formas de silenciar a una persona. En el discurso del Nobel mencioné el impacto de la tecnología. Se están premiando las mentiras; las mentiras se esparcen mucho más rápido. Eso amplifica el miedo, el odio, la rabia. Ese sistema de distribución es claramente peligroso para los periodistas y para cualquier persona que no quiera mentir. Esto tiene que ver con la economía; se construyen los datos y somos un micro objetivo, y eso es algo que transforma nuestro mundo y manipula. No solamente a nosotros sino a las personas a quienes servimos, el público. Permítanme repetir esto: sin hechos no se puede tener la verdad. Sin la verdad no se puede tener confianza ni paz. Sin ellas, no tenemos una noción compartida. No hay estado de derecho, no hay democracia. No se pueden comenzar a resolver los problemas que amenazan nuestra existencia, como el cambio climático, si no compartimos una visión de la realidad. La personalización de la tecnología significa impulsar que cada uno perciba una realidad diferente. 

Los periodistas defienden los derechos humanos, a quien esté siendo atacado. No tenemos defensas efectivas contra esta guerra en contra de la información, porque esto es lo que es. La avaricia y el autoritarismo utilizan la tecnología para consolidar el poder. Estos elementos se alinean y crecen… La inteligencia artificial se lanzó en 2022. Las redes sociales no se basan en hechos, utilizan mentiras. En los programas de Inteligencia Artificial las llaman “alucinaciones”. Suenan como hechos pero no lo son. Con la IA será cada vez  más difícil entender y encontrar hechos… 

No es una coincidencia que el 71% de los habitantes del mundo viva hoy en día bajo reglas autocráticas. En muchos países tenemos elecciones de forma democrática, pero no hay integridad de hechos y, si no existe, no habrá elecciones íntegras en un año en el que la mitad del mundo está votando…

A partir de la compra de Elon Musk Twitter llegamos más allá del sótano. Las personas van a tener menos noticias; recibirán más propaganda, operaciones para presionar nuestros botones emocionales.

¿Qué hacemos como periodistas? Tengo algunos pensamientos y algunas ideas. Tenemos quizás dos años para que las noticas digitales sobrevivan. Tenemos que pensar en algo nuevo. Y eso es algo existencial, el fenómeno es más rápido que el cambio climático. Hay solo tres vías por las que un sitio de noticias recibe tráfico: directo, directo, redes y búsquedas. En enero del año pasado Meta, el mayor distribuidor de noticias del mundo, empezó a alterar el tráfico. Implicó caídas entre el 50 y el 90% en los sitios. Significó menos noticias en los feeds de los usuarios, más propaganda, más operaciones. Con la IA tendremos más toxicidad. Con las búsquedas generativas con IA se reducen la derivación de tráfico a los sitios de noticias. 

Tenemos que dejar de suplicar a los gigantes digitales que protejan la integridad de la información. Necesitamos gobiernos que enfrenten el problema, que impulsen leyes para que la sociedad civil pueda organizarse. Para los periodistas y los medios, desde Ifpim (Fondo Internacional para Medios de interés Público) tenemos recursos para promover nuevas ideas y proyectos. Tenemos que construir nuestra propia tecnología, debemos ser los dueños de nuestra propia distribución en un mundo en el que la gente está siendo seriamente manipulada…

La guerra no está ocurriendo solamente en Gaza, Sudan o Ucrania. No está solamente afuera, está en sus bolsillos. Cada uno de nosotros debe identificar su propia batalla por la integridad porque los dictadores penetran a nivel celular en nuestra propia democracia. La guerra por la información está cambiando geopolíticamente nuestro mundo. Debemos colaborar, encontrar nuevas asociaciones.

Quiero terminar esto como empecé. Hablé de un mundo que está desapareciendo. Debemos tener el coraje para imaginar y crear un mundo como debería ser. Mucho más compasivo, mucho más igualitario y sostenible. Un mundo libre de tiranos y fascistas.  Digamos la comunidad por qué. Debemos tener la empatía para poder entrar en estos momentos tan oscuros. El poder del dinero no es suficiente. Probémoslo, probemos que la inspiración va a hacer que crezca toda esta bondad en cada uno de nosotros. Y finalmente para todos los periodistas que están trabajando, que están ahí afuera todos los días. Sigan haciéndolo. Su trabajo hoy, cada día, importa. 

*Premio Nobel de la Paz 2021. Este es el discurso que dio en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo pasado, en la Conferencia de la Unesco, en Santiago de Chile.

Fuente: La Gaceta de Tucumán