Por Can Dündar *

La policía llegó en la madrugada. Todo el mundo estaba dormido …

Trece casas de periodistas fueron allanadas en las primeras horas del 31 de octubre. El editor en jefe del periódico vivía en una de ellas. El CEO en otra. Columnistas en cuatro, abogados en tres … el reportero, el ombudsman, el editor de la sección de libros, el dibujante, el contador …

Todos eran figuras de alto rango en el Cumhuriyet, el periódico más antiguo y prestigioso de Turquía.

Tratando de tranquilizar a sus niños de ojos azules aterrorizados, se vieron obligados a observar mientras sus hogares y archivos se volvían de revés y las computadoras eran confiscadas. Primero fueron trasladados a la comisaría principal, luego al hospital para una verificación médica y finalmente a la mayor prisión del país. Colocados en celdas solitarias, sin idea de cuál era su crimen. Como resulta, tuvieron que esperar 151 días antes de que pudieran aprender. Las acusaciones se anunciaron en el día 151: Ayudar y fomentar a las organizaciones terroristas armadas.

¿De qué organizaciones me hablan?

El mismo PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) con el que el gobierno había compartido una mesa de paz tres años antes, y los gülenistas, con los que el gobierno había gobernado conjuntamente el país durante una década.

Curiosamente, los riesgos planteados por el Movimiento Gülen habían sido marcados por estos periodistas, que ahora eran acusados de ser gülenistas.

¿Y de cuál evidencia?

Los informes, entrevistas, titulares, tweets y columnas críticas al gobierno. En otras palabras, serían juzgados por cargos de periodismo.

Como ex editor en jefe del diario, me convertí en el acusado número uno, por «alterar la política editorial del diario». Mi primera reacción fue exclamar: «¿Desde cuándo los fiscales establecen la política editorial de los diarios?» La respuesta es obvia: desde el acoso que sufren los medios de parte del presidente Erdogan en su búsqueda de poder absoluto.

La campaña de aplastamiento del disenso empezó el año pasado, cuando Erdogan acusó a sus ex aliados del Movimiento de Gülen de estar detrás del intento de golpe del 15 de julio. Era la oportunidad para deshacerse de sus opositores, y el presidente se abocó a purgar el gabinete y los ministerios de los gülenistas que él mismo había nombrado.

Tras asegurarse la suma del poder con la declaración del estado de emergencia, el 20 de julio, dio un marco constitucional a ese régimen de facto a través de un referéndum que se realizó bajo la ley marcial «civil», una reforma que fue rechazada por la mitad de la población. Turquía zafó del golpe de Estado del 15 de julio de 2016 pero fue víctima de un contragolpe llevado a cabo por Erdogan el 20 de julio. No se trata de un gobierno militar, sino de un Estado policial.

Can Dündar, al recibir el premio Pluma de Oro.

Desde el intento de golpe, el número de periodistas encarcelados se cuadruplicó: pasó de 30 a 120, entre ellos el contingente del diario Cumhuriyet, y Turquía se convirtió en «la cárcel de periodistas más grande del mundo».

La Reforma Constitucional elevó a Erdogan a la estatura de gobernante único: un solo hombre para gobernar el Poder Ejecutivo, el Parlamento y la Justicia, a cargo del mecanismo de selección y nombramiento de jueces y fiscales. No sorprende entonces que todas las apelaciones de los periodistas hayan sido rechazadas. Salvo pocas excepciones, ya casi no quedaban medios de comunicación que pudieran hacerse eco de semejante evolución de los acontecimientos: un periodista preso sirve para silenciar a muchos otros que están afuera. Ese fue el método utilizado para silenciar al Cumhuriyet, uno de los últimos bastiones de la prensa libre en Turquía.

Hasta se llevaron preso al chico que manejaba la cafetería del diario: su crimen fue haber dicho: «¡Si viniera Erdogan no le serviría ni un té!» El policía que estaba de guardia en el diario lo escuchó e informó a sus superiores. Al día siguiente a nuestro chico del té se lo llevaron detenido bajo el cargo de «insultar al presidente».

El Cumhuriyet deberá presentarse hoy ante los tribunales. El equipo editorial en pleno estará por primera vez frente al juez, después de 267 días. Además de defenderse a sí mismos, estarán defendiendo la libertad de prensa, y una democracia que lucha por su vida en manos de un déspota.

Sería una ironía de la vida: el 24 de julio, en Turquía se celebra el aniversario del levantamiento de la censura, y se lo conmemora desde 1908 como el Día de la Libertad de Prensa. Este año, el Día de la Libertad de Prensa será conmemorado en Turquía como el Día de la Lucha por la Libertad de Prensa, en las cárceles, en los tribunales y en el exilio.

Todos nuestros colegas están invitados.

* Can Dündar es el ganador del premio 2017 de la Pluma de Oro de la Libertad, el premio anual de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA). Concedido desde 1961, la Pluma de Oro reconoce la acción sobresaliente, por escrito o hecho, de un individuo, un grupo o una institución en la causa de la libertad de prensa.

Detrás de los nombres de los laureados se encuentran historias de extraordinario coraje personal y auto sacrificio, historias de cárcel, golpizas, bombardeos, censura, exilio y asesinato. Uno de los objetivos de la Pluma de Oro es atraer la atención del público sobre gobiernos represivos y periodistas que luchan contra ellos.

Lista de ganadores de la Pluma de Oro

Perfil de Can Dündar

Can Dündar, ganador de la Pluma de Oro 2017