Marcelo Larraquy es historiador y periodista y escribió, entre otros libros, «Código Francisco»; «Los 70, una historia violenta»; y «Fuimos soldados». En entrevista con ADEPA cuenta sobre su nuevo libro Argentina, un siglo de violencia política y la situación política de los ‘70, una época que marcó la historia del país.
Si bien ya escribió otros libros sobre los años 70, ¿cuál fue el disparador que lo llevó a investigar sobre el tema de la violencia política en la historia argentina?
Justamente mi intención fue rastrear en los orígenes de la violencia de los años 70, y aunque mi punto de partida inicial iba a ser 1955, con la caída de Juan Domingo Perón, entendí que debía abordarlo desde los primeros grupos políticos que se levantaron en armas contra el orden político-institucional en el contexto de un Estado constituido, y eso ocurrió en 1890 con la Revolución del Parque, un hecho fundacional para el radicalismo. A partir de entonces la violencia, como herramienta política, recorrerá el siglo XX.
El título habla de violencia, pero hay muchas formas de encarnarla, ¿qué tipo de violencia es la que predomina en los hechos narrados en el libro?
La narrativa de la violencia que tiene como centro al Estado -violencia desde el Estado y contra el Estado-, en la disputa por el poder, reclamos sociales, conspiraciones, por no poder votar, o por las motivaciones que fueren. La violencia fue ejercida por la clase política, las Fuerzas Armadas, grupos sociales, con distintas modalidades y dimensiones. El libro intenta descubrir sus razones, su lógica, para comprender por qué la violencia fue entendida como una herramienta política en el siglo XX.
¿Cree que puede llegar a darse de vuelta tanta violencia en el país?
No lo creo en el sentido de que ponga en riesgo al sistema político-institucional. Hay canales de mediación que la contienen. El problema es cuando esos canales fallan, cuando los puentes se rompen. Pero la enseñanza que dejó el Nunca Más en los ’80 quedó muy asentada en la sociedad. Generó consenso.
¿Cuán difícil es ser objetivo como historiador, investigador y periodista respecto de un tema y de un período de la historia tan controversial en Argentina?
Creo que la clave es seguir los hechos, ponerlos en contexto, e interpretarlos. Preguntarse por los intereses, los objetivos de los distintos grupos en conflicto y sus obstáculos, como antecedente a un detonante violento. A partir de allí se puede generar una maquinaria narrativa sobre la violencia, que es lo que busca este libro en sus 724 páginas.
¿Cuáles fueron las repercusiones del libro?
Muy buenas. Agotó la primera edición en cuatro días. Creo que hay una necesidad de entender, sobre todo entender qué sucedió en la década del 70 y este libro trata de hacer su aporte desde una dimensión no fanatizada. Desde la historia.