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El 27 de diciembre de 2020 comenzaba la vacunación en España con la fórmula desarrollada por Pfizer y BioNTech. Seis días antes, una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas mostraba que el porcentaje de españoles que no estaban dispuestos a «vacunarse inmediatamente» había disminuido del 47% al 28% en un mes. En Chile, la reticencia a inocularse subió un 19,6% a un 20,5% en dos semanas, según la medición de Pulso Ciudadano. En Bogotá, de acuerdo a la alcadía, un 43% está poco o nada dispuesto a ponérsela. La realidad en cada país tiene matices, pero en todos existe un porcentaje que desconfía del proceso.

En el fenómeno no solamente influye la aparición de grupos abiertamente antivacunas en los últimos años, sino también la duda frente a un proceso científico inédito, que llegó a la elaboración y aprobación de vacunas por agencias reguladoras en menos de un año. Para enfrentar el fenómeno, señalan los expertos, es fundamental tener esa empatía. En ese proceso, además, señalan que el periodismo puede ser un aliado o un enemigo.

«El escepticismo es muy importante, tanto en el ámbito del periodismo como en el mundo científico, pero debemos trabajar sobre esa fina línea, ayudando a la gente a pasar del escepticismo a la acción», dijo el comunicador y divulgador científico español Luis Quevedo en el seminario web «Desafíos para distribuir las vacunas contra la COVID-19», organizado por el Foro de Cobertura de la Crisis Mundial de la Salud del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) y la Red Internacional de Periodistas (IJNet) en diciembre. En ese momento se advertía que, sumado a todas las complicaciones técnicas de la distribución de vacunas en el mundo, habría también un factor social.

El tópico ha causado problemas con anterioridad. «La comunicación en vacunas ha tenido consecuencias devastadoras en ocasiones, como la gestión mediática sobre el fallecimiento del niño de Olot por difteria el año pasado, enfermedad que no ocurría en España desde hace más de 20 años», expone la doctora María José Álvarez, ex directora de la Asociación Española de Vacunología. «Este y otros casos llevan a entidades relevantes como la Organización Mundial de la Salud o el Centro Europeo para el Control de Enfermedades a elaborar rigurosos manuales sobre comunicación en vacunas», añade.

«Debemos ser conscientes del poder de la información, pero todavía más del poder de la información equívoca y no contrastada, o simplemente de titulares fáciles no reflexionados», dice. Para ella «es cada vez más relevante una formación adecuada de los periodistas en cuanto a ciencia y de los científicos y profesionales sanitarios en comunicación», por lo que recomienda «establecer asesorías mutuas» para «lograr el máximo impacto de una de las medidas más exitosas de la salud pública en toda su historia».

Es algo de lo que María Paz Bertoglia sabe por experiencia propia. La académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile y presidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología tiene fijada en su cuenta de Twitter una historia que le ocurrió en febrero de 2018, cuando la invitaron a asistir al matinal del canal estatal chileno, Televisión Nacional de Chile (TVN). «Cuando la periodista me dijo que el formato sería un ‘debate’ con una pareja antivacunas, les dije que no iría», contó.

«Ese formato hace daño, pues genera una falsa sensación de igualdad de posturas y la población puede confundirse. Invité a la periodista a que cambiaran el formato. Si eso ocurría, yo asistiría feliz. Ese fue mi debut y despedida de los matinales», agregó. En agosto de 2019, volvió a tener un problema: el diario La Tercera le envió un cuestionario escrito sobre la tendencia antivacunas y el artículo posteriormente fue montado como un debate: «Antivacunas vs. Científicos: Se enciende la batalla».

En la nota, sus citas fueron atribuidas con verbos como «responde» frente a las afirmaciones que refutaban las vacunas. Como reacción, ella compartió las preguntas que le enviaron y sus respuestas. «Me pareció muy bueno y feliz contesté. Jamás lo habría hecho de saber que se haría un ‘formato batalla’. Necesitamos recuperar la confianza en las vacunas y esta no es la forma», dijo.

Hoy, en medio de una masiva estrategia de vacunación a nivel mundial como la única herramienta para detener una pandemia que ha causado más de dos millones de muertes, Bertoglia vuelve su atención a los medios de comunicación. «La idea es que sean grandes aliados: que trabajemos en conjunto y se conformen equipos con técnicos, clínicos y epidemiólogos, pero también con comunicadores. Es la forma que tenemos de poder entregar información técnica oportunamente a la ciudadanía en un lenguaje amigable», dice ahora.

Para la epidemióloga, existe más que nunca la necesidad de «aliarnos y trabajar en conjunto». «Los puentes comunicacionales son vitales para promover un diálogo que aumente o fortalezca las confianzas en las vacunas. No solamente nos preocupa esta vacuna: en general los programas de vacunación necesitan aumentar su confianza. Necesitamos recuperar este diálogo ciudadano y es vital trabajar conjuntamente», agrega.

Más que recomendar acciones, lo que Bertoglia aconseja es evitar ciertos comportamientos. «Lo principal es no replicar noticias sin revisar fuentes. Se entiende que den ganas de replicar una noticia que suena impactante o alarmante, pero puede ser muy dañino si no se refuerza cuál es la información real. Tampoco promover miedos infundados», dice. Sugiere, además, recurrir a los científicos. «Estamos disponibles para que las notas cuenten con todo el respaldo posible y que haya seguridad de que la información es fidedigna, real y confiable».

La científica hace hincapié en alejarse de los formatos de debate. «Sabemos que en tiempos de incertidumbre es importante entregar la información de lo que se sabe y de lo que no, y que es necesario ser muy honesto con el dinamismo de la ciencia en el proceso, pero hay algunos consensos que ya se han alcanzado. Cuando retrocedemos en esos consensos y entregamos sombras de dudas, eso puede hacer mucho daño. Entregar dobles discursos no es equiparar posturas. Siempre hay que entregar la información apoyándonos en las mejores evidencias», cierra.

Fuente: IJNet.