Con el fallecimiento del doctor Carlos Fayt se apagó una de las voces más representativas en defensa de las libertades e instituciones democráticas argentinas en el curso de las últimas décadas. Activo artífice del arte de abogar, fue Profesor Titular de Derecho Político en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires hasta mediados de 1966, año en que presentó su renuncia al cargo docente expresando su rechazo a la intervención universitaria y al golpe de estado que encabezara el general Juan Carlos Onganía.

Su obra intelectual, traducida en libros señeros de la Ciencia Política, fue la guía escogida por varias generaciones de estudiantes de abogacía para acceder al conocimiento de la «ciencia soberana entre las ciencias» como la calificara Aristóteles. Su interés por los valores humanistas expuestos en nuestra Constitución Nacional y por el desenvolvimiento del constitucionalismo social, determinaron desde su juventud la afinidad con el socialismo y el rechazo de toda concepción autoritaria.

En más de una oportunidad fue sometido a persecuciones políticas que templaron su carácter en la preservación de la racionalidad advirtiendo que, entre las libertades constitucionales, la mejor garantía para la subsistencia de la República y sus instituciones era la plena vigencia de la libertad de prensa. En varias de sus publicaciones se refirió a ella con un enfoque pragmático que exteriorizó desde 1983 en sus votos emitidos como juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Su condena de la censura previa en casos emblemáticos como «Verbitsky», «Servini de Cubría»; su defensa de la independencia económica para la empresa periodística en los casos «La Prensa», «Editorial Rio Negro» impidiendo la aplicación de la Ley de Abastecimiento y la distribución arbitraria de la publicidad oficial y su reconocimiento de Internet como un nuevo medio de prensa y comunicación social fueron fundamentales para consolidar judicialmente la vigencia de la prensa libre.

A ellos se añadieron los casos en que la aceptación y el desarrollo de las doctrinas «Campillay» y de la «real malicia», brindaron a todos aquellos que ejercen responsablemente la libertad de expresión una garantía sólida para superar la amenaza del silencio y la desinformación social.

Entre tales presiones que Fayt resistió con una inclaudicable fe republicana corresponde incluir los ataques personales recibidos desde el gobierno nacional durante 2014 y 2015, que merecieron la firme condena de la ciudadanía. Ese comportamiento independiente de Fayt a lo largo de su vida, mereció continuas y múltiples muestras de reconocimiento y solidaridad.

Reiterando lo señalado por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) a fines de 2015, cuando Fayt anunció su renuncia a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la entidad representativa de los medios de comunicación de nuestro país le brinda un reconocimiento a su trayectoria ejemplar en el escenario público argentino.

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