Daniel Enz, periodista de investigación y creador del primer sitio periodístico de Entre Ríos, Análisis Digital, investigó al ex gobernador de esa provincia y plasmó su historia en “El clan”, el libro que fue lanzado el pasado 21 de abril. En entrevista con Adepa cuenta sobre qué lo llevo a investigar sobre el tema, cuáles fueron las dificultades y la vinculación de quien encabezaba el gobierno entrerriano con el oficialismo y causas judiciales actuales.

 

¿Cuál fue el puntapié para investigar a Sergio Urribarri y a su familia?

La forma en que se manejó Urribarri con su familia le dio un fuerte protagonismo a varios de ellos, como a su esposa Ana Lía Aguilera, su hijo Mauro o su cuñado Juan Pablo Aguilera. Eso no había sucedido con anteriores gobernadores, salvo excepciones.

La mujer del ex gobernador nunca tuvo cargo alguno pero fue una especie de secretario de Acción Social sin cartera en Concordia. Su hijo Mauro y el cuñado Aguilera manejaron a gusto y placer los dineros del Senado y de Diputados en la última administración urribarrista. Y éste último, Aguilera, fue uno de los cajeros de Urribarri y por donde pasaron numerosos negocios millonarios con el Estado, por lo cual incluso está imputado en la justicia.

El cuñado millonario montó una imprenta desde 2008, solamente para hacer trabajos para el Estado, al punto tal de desplazar a la propia Imprenta Oficial. Y después instaló otra imprenta, con mayor capacidad tecnológica, desde 2012, por donde siguieron pasando todos los trabajos del Estado provincial, pero también de los municipios y se agregó el de la cartelería a grandes dimensiones, como así también el hecho de ser proveedor del Estado como librería. Facturó millones de pesos.
¿Resulta más difícil o es aún más fácil conseguir información y testimonios de fuentes que rodean a un personaje de poder?

Fue muy difícil porque casi nadie quiere hablar de Urribarri en el oficialismo, puesto que mantiene buena parte de una estructura de poder en la provincia. Es presidente de la Cámara de Diputados; todos los legisladores del oficialismo -también en el Senado- le responden absolutamente y varios integrantes del gabinete fueron impuestos por él a Bordet. Desde su hijo Mauro, que es ministro de Gobierno y jefe político de la Policía; el ministro de Economía, Hugo Ballay, que fue uno de sus principales cajeros en las dos administraciones en que gobernó. O sea, hombres clave en la estructura gubernamental.

 

¿Qué hipótesis tenía antes de escribir el libro y qué conclusiones sacó?

Hacía varios años que estaba reuniendo material sobre Urribarri. Por las particularidades mencionadas, pero también por lo que fue el frustrado «sueño entrerriano» de su campaña presidencial -donde recaudó mucho dinero-; por sus negocios paralelos con la función pública; por su «actuado» kirchnerismo -cuando había sido un admirador de Carlos Menem y fue el referente de Adolfo Rodríguez Saá en las elecciones de 2003- o su forzada posición ideológica, mostrando una defensa de los derechos humanos que nunca tuvo desde 1987 hasta el 2007 en que asumió. Pero también por sus características de gobernante corrupto, una práctica que ya venía concretando desde tiempos en que fue diputado provincial del PJ. También me llamó mucho la atención su afán por considerar que el Estado era de él y su familia. Eso fue otro dato saliente. Urribarri utilizaba el helicóptero policial que le costó 3 millones de dólares a la provincia como lo más parecido a un taxi aéreo de tiempo completo.

Siempre tenía que estar dispuesto al uso de él, su mujer o sus hijos para lo que se le ocurrieran.

La conclusión fue que Urribarri montó una gran farsa, en especial en el segundo gobierno, donde se preocupó más por concretar negocios que por administrar una provincia, a la que dejó casi quebrada, aunque en la campaña presidencial decía que era una de las más florecientes del país. Recibió más dinero que nadie desde el Estado nacional y dejó una provincia con el doble de deuda de cuando la asumió, en 2007. Y le agregó algo así como 40 mil empleados públicos más. Por eso fue que Gustavo Bordet, cuando asumió, tuvo que hacer rápidamente un pacto con Rogelio Frigerio y pedirle anticipos de coparticipación para poder pagar los sueldos de los tres primeros meses.
El subtítulo del libro dice “Negocios, corrupción y falsedad ideológica”, ¿hay alguna causa judicial ligada al ex gobernador?

Urribarri tiene varias causas en trámite en la justicia, a partir de denuncias periodísticas que hicimos y se transformaron en expedientes. La causa principal es la de enriquecimiento ilícito, que involucra a él, su esposa y su hijo Mauro, al igual que el cuñado Aguilera y la familia de éste. De esa denominada «causa madre» derivan otras como los negocios incompatibles con la función pública, que es la que más ha avanzado e involucra tanto a los Urribarri como a otros ex funcionarios. Esperemos que la justicia pueda seguir avanzando, porque es preocupante que desde agosto a esta parte no hayan existido mayores novedades. Es preocupante que la justicia entrerriana, históricamente, no avance en causas contra el poder político, en años electorales. Y lamentablemente, vamos camino a esto.