David S. Birdsell es el decano de la Marxe School of Public Affairs del Baruch College de Nueva York y una de las máximas autoridades en el vínculo de los medios de comunicación, las redes sociales y las campañas políticas.
Entrevistado por Diego Dillenberger, director de la revista Imagen y conductor de La hora de Maquiavello, advierte que el Gobierno de Mauricio Macri tenga muy en cuenta a los trolls rusos y sus campañas de fake news para volcar elecciones en todo el mundo a favor del populismo y la desestabilización. Argentina no es inmune.
La actividad de los trolls financiados por el Kremlin dejó sin aliento al mundo cuando quedaron en evidencia de que fueron fundamentales en lograr el sorprendente triunfo del hoy presidente Donald Trump sobre Hillary Clinton.
Pero su actividad a favor de candidatos extremistas y populistas se detectó en la elección presidencial de Francia, el movimiento separatista catalán y se remonta incluso al voto del Brexit, otra sorpresa para los encuestadores que generó gran incertidumbre sobre el futuro de Europa.
Su recomendación: que el Gobierno argentino no deje de lado a los medios tradicionales y que apueste a mejorar la instrucción cívica de sus ciudadanos.
Birdsell estuvo en la Universidad Argentina de la Empresa, la UADE, para dar clases en las que los alumnos recibieron una introducción del rol en el liderazgo de la creación y sostenimiento de comunicación institucional.
Allí, en la UADE, conversó con Dillenberger.
Diego Dillenberger: Observamos de la última campaña electoral en Estados Unidos que los medios tradicionales pronosticaban un triunfo de Hillary Clinton, que no sucedió y nos preguntamos si los medios tradicionales ya no influyen más en las campañas políticas como en el pasado.
David Birdsell: Es cierto que los medios y las consultoras de opinión pública en su mayoría se equivocaron en pronosticar el resultado de la elección. Pero tomando en cuenta el voto popular no se equivocaron. Pero se equivocaron en tres lugares críticos: Michigan, Pennsylvania y Wisconsin. Se trata de 68.000 votos en esos tres estados que dieron vuelta el colegio electoral a favor de Trump. Prácticamente todos los encuestadores perdieron de vista esta tendencia.
No creo que esto signifique que todos los medios tradicionales se hayan vuelto irrelevantes. Pero en estos momentos, el gobierno de Trump y sectores de ultraderecha de Estados Unidos se la pasan atacando consistentemente la credibilidad de los medios. Si observamos los índices de confianza en los medios de comunicación en Estados Unidos, está en los niveles más bajos históricos. Menos del 15% de los americanos confían en que los medios no sean tendenciosos. Es un problema para cualquier democracia que la forma habitual de diseminar información no sea confiable. ¿Cómo hacemos para encontrar una voz independiente para evaluar a candidatos en cualquier tema? Especialmente la presidencia…
Dillenberger: Equipos de comunicación del presidente Mauricio Macri sostienen que los medios tradicionales ya no son tan relevantes. Para ellos es más importante la comunicación a través de redes sociales. A nosotros, periodistas, nos cuesta creerlo. Pero viendo lo que pasó en Estados Unidos con Donald Trump empezamos a pensar que puede ser cierto. ¿Cuál es su opinión sobre eso?
Birdsell: Lo que es claramente verdad y encuestadoras no políticas lo confirman, como el Pew Research Center y su estudio sobre los medios y la gente en Estados Unidos- que viene siguiendo el uso de las redes sociales y otras formas de comunicación vía internet desde los años 90-, es que cada vez más gente en los Estados Unidos (y ahora la encuesta revela sólo a mayores de edad) se informa a través de las redes sociales. Se refiere al uso de Facebook, Linkedin y plataformas alternativas como Twitter, Snapchat o Instagram. Instagram y Youtube se están convirtiendo en fuentes de influencia en una variada gama de fuentes que incluyen a los trolls rusos que atacaron la campaña presidencial en Estados Unidos en 2016.
Mucha más gente está recibiendo sus noticias por esas vías y eso debe preocupar a las organizaciones tradicionales de medios de comunicación. Por eso estamos viendo cada vez más, que tanto los medios como muchos periodistas están estableciendo sus propias presencias en las redes sociales para así llevar tráfico a sus propias fuentes de información tradicional y notas producidas de forma tradicional.
Pero es muy difícil competir con redes sociales, donde cuanto más se grita y cuanto más ruido se haga, más quiere participar la gente. Los medios prestigiosos no terminan atrayendo a la gente. Las redes sociales se llevan a las audiencias a las conversaciones políticas más horrendas. Evitar esto es la mayor urgencia de la sociedad civil moderna, y no sólo de Argentina o Estados Unidos, sino en todas las democracias del mundo.
Dillenberger: Y ¿qué le recomendaría al equipo de comunicación del presidente Mauricio Macri, que prefiere a las redes sociales por sobre los medios tradicionales para comunicar?
Birdsell: Primero les diría que tienen razón en tener una estrategia de redes sociales para llegar a sus públicos, y creo que al igual que en Estados Unidos, en todo el mundo la gente busca las redes sociales cada vez más para entender lo que pasa en el mundo que los rodea. Pero en segundo lugar, recomendaría que use las redes sociales para llevar a su público a plataformas de medios más legítimas, hacia el periodismo tradicional que persigue la objetividad, que busca informar lo correcto y no sólo enojar a la gente. Eso es muy importante, porque al final nuestros mandatarios son los que más tienen para perder si perdemos la libertad de prensa y si perdemos un control inteligente de los contendientes que quieren cargos electivos realmente y de la rendición de cuentas al pueblo.
Dillenberger: O sea, que les recomendaría tener más en cuenta a los medios tradicionales…
Birdsell: Absolutamente, les recomendaría usar las redes sociales pero a la vez aprovechar ese ancho de banda para llevar a la gente a leer los medios tradicionales porque necesitamos a esos guardianes del interés público y nadie debería apreciar eso mejor que cualquier mandatario de cualquier democracia, incluido el señor Macri.
Dillenberger: ¿En qué estado están los medios de comunicación en Estados Unidos que pelean para sobrevivir frente a los medios sociales?
Birdsell: Es un desafío. Estamos viendo en muchas redacciones grandes reducciones de personal. Hay menos gente para cubrir temas y estamos viendo más colaboración entre organizaciones de medios, como por ejemplo Propublica, una organización no gubernamental que hace un gran trabajo de periodismo de investigación y hace asociaciones con la televisión pública o medios privados tradicionales. Juntos están en condiciones de unir esfuerzos para lograr el periodismo de investigación que requiere tanto trabajo periodístico.
Esto está indicando que los medios tienen que cambiar su forma de lograr ingresos. Indica que deben tener diferentes fuentes de apoyo. Parte de este trabajo debe ser auspiciado por fundaciones, además de suscriptores y, por supuesto, anunciantes. Estamos viviendo a nivel mundial el vuelo de la publicidad de los medios tradicionales hacia las redes sociales en internet porque ahí está la enorme capacidad de hacer un microtargeting del consumidor. El mismo mecanismo que lleva mensajes políticos, viciosos y erróneos funciona perfectamente para vendernos productos como lavarropas y automóviles.
Dillenberger: Hemos visto ciberactivistas financiados por Rusia intervenir en las elecciones de Estados Unidos en 2016, que ganó Donald Trump. Pero también escuchamos que se metieron en el voto por el Brexit y ahora, últimamente por ejemplo en la crisis de Cataluña ayudando a los separatistas. ¿Qué le recomendaría al presidente Mauricio Macri para evitar que los rusos se metan en la campaña presidencial de 2019?
Birdsell: Como primera medida le diría que tome muy en serio esa amenaza. Se trata de una operación muy sofisticada que armó a las redes sociales de manera que ni los creadores de esos medios sociales jamás pudieron siquiera imaginar. Una de las más terribles imágenes que vimos recientemente fue la de Mark Zuckerberg teniendo que admitir, después de haberlo negado, que unos 126 millones de americanos recibieron información falsa a través de Facebook que se originó en medios rusos y troll farms.
Esto fue mucho más allá de las intenciones de las propias organizaciones fundadoras de las redes sociales. No es que hayan sido creadas para eso, pero los dispositivos de seguridad para evitar que esto pase en una democracia no fueron debidamente desarrollados en esas plataformas.
Sintetizando, la primera medida es tomarse esto muy en serio. Como segunda medida le recomiendo preparar acciones de prevención. Las elecciones presidenciales en Francia nos dieron una idea de que puede funcionar. En ese caso, las granjas de trolls rusas trabajaron para minar la credibilidad de la campaña de Macron, y al mismo tiempo impulsar la campaña de Marine Lepen. Lo hicieron identificando esos mensajes y marcándolos como falsos y lanzaron campañas de información pública y se tomaron muy en serio esa tarea. Mostraron a la gente cómo era engañada y cuando la gente veía cómo se burlaban de ella, reaccionaba inteligentemente y se alejaba de esos mensajes. Si bien no tengo datos duros sobre la eficacia de estas medidas, parece que estos contraataques funcionaron bien en Francia y frenaron ataques similares como los que sí habían sido exitosos en Estados Unidos con la elección de Trump.
Quiero aclarar que no hay evidencia concreta de que Donald Trump no hubiese ganado sin la ayuda de los trolls rusos, pero sí está claro que esas granjas de trolls rusas trabajaron para Trump. Si hubiera una diferencia que haya afectado a esos 68.000 votos, es posible que le haya dado el triunfo a Trump. Así como también es posible que hayan sido exitosas las contramedidas de la campaña de Macron y el propio gobierno francés de Francois Hollande para peinar a estas fuerzas externas a la campaña.
Como tercera medida destaco que tenemos una enorme tarea a largo plazo por delante: estas cosas pasan porque la gente tiene muy poca comprensión sobre la naturaleza del Estado y el Gobierno, sobre qué puede confiar de los medios, sobre qué aspectos deben tener su atención y cuál es el verdadero trabajo del Gobierno. Se trata de una educación cívica que debe empezar en la escuela primaria. Nosotros lo hacemos pero evidentemente no lo suficiente. Hay que alfabetizar en medios de comunicación que la gente aprenda a leer y entender, que consuma medios responsablemente y que forme sus propios juicios críticos. Toda la sociedad se beneficiaría de ello, ya sea que se hable de política, consumismo o ciberbullying. Es muy importante que esto forme parte de la agenda educativa en todos los niveles de la educación, desde la escuela primaria hasta la universidad.
Dillenberger: Lo que estamos viendo es que los millennials reciben sus informaciones de las redes sociales y muy poco de medios tradicionales.
Birdsell: Eso es cierto, y de una manera muy desproporcionada. Pero si analizamos por ejemplo a Estados Unidos, para la gente que se informa sobre política todavía los medios tradicionales son importantes en un 70%, especialmente la televisión, pero enseguida vienen las redes sociales.
En los grupos más jóvenes predominan las redes sociales pero a medida que esos grupos crecen, van ganando terreno las redes sociales también. Entonces todo va a seguir esos mismos patrones. Dudo que podamos cambiar esos hábitos para la gente que está lejos de la educación formal, pero podemos empezar ahora y obtener resultados dentro de 10 o 20 años, y así asegurarnos de que los votantes del 2040 o 2050 hayan tenido una educación que les permita apreciar la naturaleza de una buena información periodística veraz, no sesgada y cuáles serían sus alternativas en caso de no tenerlas.
Dillenberger: ¿Qué futuro les depara a los medios tradicionales el alcance de las redes sociales?
Birdsell: Creo que los medios tradicionales van a sobrevivir, la pregunta es cómo se van a expresar. Sabemos que muchos periodistas que se quedan sin trabajo en los medios tradicionales, establecen sus pequeños boliches basados en redes sociales. Ellos siguen haciendo su buen periodismo pero tienen que pensar en la forma de venderlo. Esto significa que muchos periodistas van a tener que involucrarse en el negocio de cómo financiar lo que hacen. Si pensamos cómo era el periodismo en los años 70, 80 y 90 vemos que no era prestigioso pensar en eso, a eso se dedicaba la parte comercial de los medios. Pero si estás estableciendo tu propia plataforma y vendiendo anuncios, ese tiene que ser su trabajo.
Por lo que deberán cooperar con grandes organizaciones de medios que tienen más recursos como para organizar coberturas o conseguir imágenes, las imágenes son de lo más importante, como también el reporte del lugar. Pero ya no vamos a ver más como antes un diario en cada pueblo, creo que esos días han finalizado.
Los medios de prestigio van a tener que pensar cómo lograr mayor impacto y nosotros desde la sociedad civil y más allá del periodismo tendremos que pensar cómo apoyar a esa función.
El tercer presidente estadounidense, a principios del siglo XIX dijo que si tuviera que elegir entre un Gobierno sin diarios o diarios sin un Gobierno, elegiría la segunda opción.