El miércoles 7 de agosto, se llevó a cabo una charla virtual organizada por ADEPA y el Centro de Administración de Derechos Reprográficos de Argentina (CADRA) sobre inteligencia artificial, propiedad intelectual y libertad de prensa. Allí, Diego Garazzi, presidente de la Comisión de Propiedad Intelectual de ADEPA, y Federico Polak, presidente de CADRA, entidad de gestión colectiva que defiende los derechos de autor, introdujeron a Daniel Gervais, director del Programa de Propiedad Intelectual de la Universidad de Vanderblit, en Nashville, y a Lucas Rizzo Arrivallaga, abogado especializado en propiedad intelectual, para analizar la actualidad de estos temas.
En primer lugar, Gervais planteó que el término “inteligencia artificial” es hoy en día casi un sinónimo de aprendizaje automático o de “Machine Learning”, lo que él define como “un campo de estudio que proporciona algoritmos capaces de programarse a sí mismos, sin seres humanos, mediante el procesamiento de un corpus de datos”.
Este procesamiento consta de diferentes pasos y, en el primero, los sistemas hacen una copia de los datos que “ingieren”, para poder analizarlos, según explica el experto, un punto importante para abogados y defensores en derechos de autor.
Allí, las máquinas arman ‘tokens’ -o segmentos pequeños de textos, imágenes, música, o lo que sea que están procesando-, para luego iniciar su fase de aprendizaje.
Un aspecto importante que destacó Gervais es que es posible pedirle a la máquina que no responda preguntas médicas o jurídicas o que, por ejemplo, no cree obras copiando el estilo de artistas vivos.
Los desafíos que plantea la inteligencia artificial
El director del Programa de Propiedad Intelectual de la Universidad de Vanderbilt propuso que, como la inteligencia artificial no se va a detener, lo mejor que se puede hacer es conseguir que los creadores puedan sobrevivir. Esto lo planteó en un contexto en que las máquinas pueden realizar funciones de “alta cognición”, lo que les permite producir textos, música, imágenes y hasta videos de formas creativas.
A su vez, Gervais respondió sobre los desafíos que enfrentan los medios de prensa ante este tipo de tecnologías y, como vio de cerca la denuncia de The New York Times contra Open AI, contestó sobre ese caso en particular.
Así, el especialista propuso, por un lado, pensar en si se habla de la libertad de prensa de la audiencia o del periodista. En este último caso, si es la IA la que produce los contenidos, sentenció que una máquina no puede tener derechos.
Después, al referirse a la denuncia de The New York Times, comentó que la mayoría de estas demandas coinciden en el reclamo por los derechos de autor, que se violan al copiar el material para el proceso de aprendizaje automático. En tanto, habló del debate presente sobre la existencia de “una segunda copia del material dentro de la base de datos después del proceso de tokenización”.
¿Cómo regular la inteligencia artificial?
En cuanto al marco regulatorio que se puede establecer para los contenidos generados por la IA, Gervais mencionó el caso de Europa, donde existe una ley sancionada en julio de este año para obligar a tener cierta transparencia y que en los artículos se aclare si fueron escritos por una persona o por una máquina.
Además, consideró que regular el output siempre depende del tipo, porque no es lo mismo hacer uso de la inteligencia artificial para generar un nuevo medicamento o tratamiento que para el arte. “Las consecuencias para la evolución de la humanidad son totalmente diferentes en ambos casos”, analizó.
En este aspecto, deslizó que hay un problema de equilibrio regulatorio en los países, ya que quieren invertir más en la IA, pero tienen que proteger a editores, autores y medios de prensa.
¿Hay solución para los autores que se ven amenazados por la inteligencia artificial?
Según Gervais, un posible remedio, que toma de varios documentos de la Unión Europea y de otros países, puede ser que la copia parcial permanente, es decir, la segunda que crean las máquinas durante el aprendizaje automático, sea una fuente de remuneración para los titulares de los derechos de autor.
Así, mencionó la abultada multa que recibirá The New York Times, pero que no bastaría para solucionar este problema a gran escala. Por eso, es importante que los autores puedan recibir un fee por cada una de las copias de sus contenidos.
Polak, presidente de CADRA, intervino para plantear que no sería fácil que un autor o editor pueda hacer valer sus derechos de forma individual y destacó que las entidades de gestión colectiva son esenciales.
Por Lucía Fortin