Julia Cagé (Metz, Francia, 1984) es economista especializada en medios de comunicación, tiene un doctorado en Harvard y es profesora del Instituto de Estudios Políticos de París. Es la autora de un libro que ha impactado al mundo periodístico desde el título: Salvar los medios de comunicación. Su marido, el economista estrella Thomas Piketty, dice en el prólogo que las teorías de Cagé invitan a “repensar la noción de propiedad privada». La especialista postula que los únicos modelos sustentables son los paywalls o el de las organizaciones sin fines de lucro.
En su libro, Salvar a los Medios de Comunicación, analiza cuán difícil es hacer periodismo de investigación para los medios tradicionales en Europa y Estados Unidos. ¿Qué opina respecto de América Latina y Argentina específicamente?
Hay diferentes aspectos. La razón principal que resalto en el libro, por la cual es muy difícil para los medios hacer periodismo de investigación en Europa y Estados Unidos, es que los medios de comunicación destinan muy pocos recursos a su ejercicio. Estos recursos limitados se deben, en parte, a la crisis de los medios, particularmente provocada por la gran baja en los ingresos por publicidad.
Otra parte se debe a la voluntad de una gran cantidad de medios de maximizar sus ganancias: si querés maximizar tus ganancias, lo “mejor” que podés hacer es reducir los costos y especialmente, achicar el tamaño de tu redacción. Es por esta razón que me inclino fuertemente por los medios de comunicación sin fines de lucro.
En Argentina nos encontramos con el mismo fenómeno, en donde los medios también sufren tanto por la crisis económica como por la voluntad de sus dueños de maximizar ganancias. Pero hay un aspecto adicional que explica por qué es tan difícil hacer periodismo de investigación: la intervención del gobierno en los medios. En un artículo de investigación muy interesante (“Government Advertising and Media Coverage of Corruption Scandals”, American Economic Journal: Applied Economics, 2011), dos economistas, Rafael Di Tella y Ignacio Franceschelli, estudiaron la medida en que los cuatro principales diarios argentinos denunciaron la corrupción de los gobiernos en sus portadas desde 1998 hasta 2007 y demostraron que cuanta más pauta oficial tenían, menos cobertura de los escándalos de corrupción hacían.
En Argentina, pero también en cualquier otro país de América Latina como Chile o incluso Venezuela, los medios privados más importantes están manejados por multimillonarios que los utilizan para influir en el juego de la política y en la regulación del capitalismo. Esto es problemático, ya que el gobierno como “respuesta” introduce normas que limitan la libertad de los medios.
Pero debemos ser optimistas: el diario argentino La Nación fue parte del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación que publicó los Panamá Papers, que sacudieron al presidente Mauricio Macri.
¿Cree que algunos editores, en el intento de obtener más clics y de seguir los algoritmos, fallan en hacer su trabajo correctamente?
Sí, creo que es así. El trabajo de un editor no debería ser aumentar la cantidad de clics, sino que la calidad de la información publicada. Igualmente, el editor no es el único culpable; el propietario suele ser más culpable ya que presiona al editor para que maximice los ingresos por publicidad online. Así como también, muchas veces es a los mismos periodistas a los que les gusta ver que a sus artículos les está yendo bien en la web. Considero que es urgente que se haga un reenfoque en la calidad de la información y se le dé menos peso a las estadísticas sobre la audiencia y las redes sociales.
¿Observa algún tipo de relación entre la caída de la venta de diarios impresos y la pérdida de calidad en el periodismo y en los periodistas?
Sí. La industria de los medios ha entrado en un círculo vicioso. La mayoría de los medios comenzó a achicar sus redacciones en respuesta a la caída de los ingresos por publicidad, y esto afectó la calidad de la información producida así como la voluntad de los lectores de pagar por esta información. Esto ha derivado en la caída de la venta de diarios impresos y consecuentemente de sus ingresos, ante lo cual los propietarios reaccionaron achicando, otra vez, el tamaño de sus redacciones, etc. Necesitamos encontrar cómo salir de este círculo vicioso. Por eso es que propongo soluciones concretas y reformas en los medios en mi libro, Salvar los medios de comunicación.
¿Cuál es su propuesta comercial y administrativa respecto de la industria tradicional de los medios, que está migrando lentamente hacia plataformas digitales?
Hay dos puntos importantes. En primer lugar, en mi libro expongo que los medios jamás podrán monetizar su audiencia online a través de los ingresos publicitarios. Ha sido un error ofrecer contenido online gratuito. Creo que el único modelo de negocios sustentable para el futuro de la industria de los medios es introducir paywalls.
Los diarios que lo hicieron en el pasado reciente, como The New York Times en Estados Unidos o Le Monde en Francia, están recuperando su rentabilidad. En segundo lugar, en mi libro propongo un nuevo modelo para los medios: la organización de medios sin fines de lucro (NMO por sus siglas en inglés), que es un intermediario entre una fundación y una empresa accionista.
Esto resuelve el problema de la relación entre los recursos financieros y el poder en la toma de decisiones. Este modelo está inspirado, en parte, por el modelo de fundaciones aplicado por muchas universidades internacionales, que combina actividades comerciales y no comerciales (se basan en una combinación compleja de matrículas, becas de investigación, donaciones y financiación gubernamental).
Pero no tiene que ver solo con eso. Un primer objetivo es asegurar financiamiento permanente para los medios a través del congelamiento de su capital. Un segundo objetivo es limitar el poder de los accionistas externos en la toma de decisiones con reglamentos restrictivos. En primer lugar, la NMO, como corporación sin fines de lucro, no paga dividendos y los accionistas no pueden recuperar las inversiones (como en el caso de una fundación).
Como la fundación, puede aceptar donaciones ilimitadas. Cualquier persona física o jurídica es capaz de contribuir, los lectores y empleados en particular. Esas donaciones serán deducibles de impuestos, como las donaciones a fundaciones suelen ser. En segundo lugar, en la NMO se le otorga cierto poder a los pequeños contribuyentes, quienes son considerados como participantes del manejo de la firma y no simples donantes. Más concretamente, la ley debería especificar que cualquier inversión por sobre cierto umbral de capital de acciones en una NMO, causaría derechos de voto poco proporcionales. Por ejemplo, las inversiones que superen el 10 por ciento del capital podrían rendir solamente un tercio de voto adicional por acción. En cambio, los pequeños inversores, que representan menos del 10 por ciento del capital de la compañía, recibirían un aumento proporcional en sus derechos de voto, de modo que el total sea siempre un 100 por ciento De esta forma, los más grandes accionistas no tendrían un poder proporcional a su inversión. ¿Por qué elegirían invertir por sobre el umbral, en el cual sus derechos de voto cesarían a medida que aumente su inversión? Un optimista diría que lo harían para demostrar la “pureza” de sus intenciones. Una respuesta más realista diría que responderían al incentivo de las exenciones fiscales. Los beneficios fiscales compensarían, en efecto, por la disminución en los derechos de voto disponibles para los grandes inversores.
¿A qué se refiere cuando dice que el Estado debe proteger a los medios? ¿Cómo funciona esto en Europa? ¿Es viable este modelo en un país latinoamericano como Argentina?
Lo que digo en mi libro es que la información es un bien público, como lo es la educación por ejemplo.
Como bien público, no puede estar únicamente librado a las reglas del mercado. El Estado debe financiar parte de este bien público, de la misma forma en que financia la educación. Lo que es complicado, en los países latinoamericanos en particular, es pensar al mismo tiempo en la intervención del gobierno en los medios y en la independencia de los medios. En Francia, los medios tienen pueden tener subsidios pero éstos están libres de cualquier intervención gubernamental. En Reino Unido pasa lo mismo. El modelo que propongo en mi libro también ayuda a conservar la independencia de los medios: la única forma en que se involucra el estado es a través de contribuciones benéficas. No puede elegir cuál medios sostener y cuál no, o intentar influir en el contenido. Son los ciudadanos los que deciden a qué medios, qué medios sin fines de lucro, quieren apoyar. Creo que es la mejor forma de protegerlos.
Entrevista realizada por Lucía Fortín y publicada en “TENDENCIAS – INNOVACIÓN 2017”