Si nada cambia respecto de las empresas de IAG que usan gratis contenidos ajenos para su exclusivo beneficio, veremos una situación aún más apremiante para los creadores de noticias con principios de calidad y profesionalismo.
Los medios de comunicación de todo el mundo están bregando por no desaparecer de la industria de los contenidos informativos a manos de la inteligencia artificial generativa (IAG), como lo hacía Marty McFly en la película Volver al futuro, oscilando accidentalmente entre el pasado y el presente para enmendar las consecuencias de una interferencia sobre los acontecimientos originales –como un yerro de la matrix– que ponía en peligro su propia existencia.
La apropiación de los contenidos informativos creados por los medios de comunicación por parte de las empresas de IAG aplicada a las noticias es lo mismo que sucedió hace veinticinco años. Fue cuando Google indexó todos los contenidos periodísticos existentes desde esa fecha, y se valió de esos contenidos como una fuente de beneficios directos e indirectos, sin pagar nada a los medios creadores de tales contenidos. Aquí, la interferencia original en la industria periodística.
Hoy, la IAG toma desenfadadamente los contenidos periodísticos sin pagar retribución alguna a los medios creadores de esos contenidos, y los distorsionan. Esparcen información que puede ser verosímil, pero no siempre verdadera. Aquellas consecuencias derivadas de la interferencia original se replican en el presente.
Y si nada cambia, si no se logra evitar las consecuencias de esta nueva interferencia de las empresas de IAG que utilizan gratuitamente los contenidos propiedad de otros para su propio y exclusivo beneficio, en los próximos años veremos una situación aún más apremiante para los creadores de noticias bajo principios de calidad y profesionalismo, los medios de comunicación.
Y seremos testigos, también, de un crecimiento exponencial del caos informativo derivado del reinado de las fake news que hará peligrar el sistema democrático occidental basado en la libertad y en la información veraz y responsable. Se trata de “volver del futuro” y actuar en el presente.
El interés mundial por los contenidos generados por aquellos medios de comunicación que ejercen el periodismo de forma rigurosa es cada vez mayor. Solo en la Argentina más de cien millones de personas mensualmente consumen y comparten noticias descubiertas, relevadas y reveladas por periodistas y medios de comunicación con la metodología responsable del periodismo.
Y no es cierto que no se quiera pagar por ellas. El problema es que las plataformas de internet y las empresas de IAG las toman y las ofrecen gratuitamente, sin asumir costos ni responsabilidades y exclusivamente en beneficio propio.
Según una encuesta global aparecida en el Digital News Report 2024, auspiciada por el Reuters Institute y la Oxford University, casi un tercio de la muestra global (31%) recurre a YouTube para informarse cada semana y alrededor de una quinta parte lo hace en WhatsApp (21%), mientras que por primera vez TikTok (13%) ha superado a Twitter (la red ahora denominada X tiene 10%).
La mayoría continúa mencionando a las plataformas (que incluyen redes sociales, motores de búsqueda y agregadores) como principal fuente de noticias online. Apenas alrededor de una quinta parte (22%) hace referencia a sitios web o aplicaciones de medios como principal fuente: esto representa una caída de diez puntos porcentuales con respecto a 2018.
Aunque parezca una obviedad, es necesario recalcar algo: las plataformas mencionadas no generan el contenido del cual se benefician. Solo toman y distribuyen sin retribución alguna el contenido creado por los medios de comunicación confiables, o lo utilizan para que sus algoritmos “aprendan” y respondan a las inquietudes que se les plantean. Algoritmos opacos e inexpugnables, pero miopes y dependientes de lo que otros generen.
Los contenidos informativos no pueden inventarse. No son producto de la imaginación o de una creación intuitiva de aquellos que los escriben, o de mezclas de diversas fuentes que los algoritmos alternan vaya a saberse con qué criterio. Las noticias están, muchas veces, escondidas, para que sean descubiertas, relevadas y reveladas por aquellos que se dedican de forma profesional a investigar o a captar los sucesos plausibles de divulgación porque interesan a la sociedad.
No parece posible en el corto o mediano plazo que la actividad humana total esté supervisada por un todopoderoso Gran Hermano con alcance global que pueda generar noticias automáticamente, sin la intervención humana. Son –y seguirán siendo– los periodistas profesionales quienes descubran esas noticias y las traduzcan con equilibrio, verdad y calidad, para que la sociedad se vea beneficiada.
Y esa actividad periodística requiere de grandes inversiones. Como ejemplo, vale el de una eficiente empresa de medios de la Argentina que cubre las noticias a nivel nacional, que emplea aproximadamente a setecientos periodistas, editores, fotógrafos, diseñadores, correctores, y realiza demás funciones claves para lograr un producto de calidad. O el de una empresa de medios reconocida a nivel provincial que emplea aproximadamente a cien personas para descubrir, relevar y revelar la información del interés de sus lectores locales. La nutrición y alimentación de los motores de IAG dependen de este tipo de contenidos.
Al examinar las fuentes de noticias a las que el público presta más atención en las plataformas, observamos un foco cada vez mayor en comentaristas partidistas, influencers y jóvenes “creadores” que arman su canal, especialmente en YouTube y TikTok, a fuerza de copiar y pegar contenido de terceros, cuyo aporte personal es –en algunos casos– menos que nulo.
No debería resultar difícil entender que estas plataformas, estos influencers y comentaristas partidistas toman para su propio beneficio material periodístico creado por terceros (periodistas y medios de comunicación), cargando estos últimos con todo el costo de la creación y percibiendo nada o solo migajas derivadas de algún porcentaje dadivoso de publicidad asociadas a esos contenidos.
Los medios deberían ser los que moneticen los beneficios de sus producciones, y que el derrame de tales beneficios alcance a las plataformas y, ahora también, a las empresas de IAG. Pero estas vampirizan a los medios de comunicación creadores de la mayor cantidad de contenido informativo, y succionan sus beneficios. La teoría del derrame transformada en la “teoría de la sugilación”.
No se puede volver al pasado y modificar lo sucedido. Sí se puede aprender de la experiencia, enmendar aquellas interferencias en los acontecimientos originales y modificar el futuro tal cual se presenta hoy. Hace veinticinco años, las plataformas trastocaron el modelo de negocio de los medios de comunicación dramáticamente, que tuvieron que acelerar su reconversión. Y vaya si lo han logrado, invirtiendo ingentes sumas de dinero y capital humano para seguir transmitiendo contenido informativo de vital importancia para el mundo democrático, con sólidos criterios profesionales. Hoy, los motores de IAG amenazan nuevamente con tomar los contenidos periodísticos para su beneficio propio sin pagar por dicha utilización.
No estamos en la era de la IAG a la cual la creación y el consumo de contenido periodísticos deberían adaptarse. Estamos viviendo la era de la información, la de la generación masiva –como nunca antes– de contenidos informativos. Caótica, atomizada, potencialmente falaz, compatible con la IAG mas no reemplazable por esta, que reclama volver del futuro y enmendar la interferencia entre la IAG y los medios de comunicación, el nuevo error en la matrix.
En suma, deberá garantizarse la existencia del periodismo profesional y poner las cosas en su lugar. Definitivamente.
Por Diego Garazzi