Usted puede haber notado que, incluso cuando se utiliza una conexión muy rápida de Internet, a las páginas web les toma un par de segundos cargarse. Es probable que ocurra debido a la publicidad online, que atasca su navegador, gasta su batería y sube los cargos móviles; sin mencionar la recolección de datos privados.

Entonces no resulta extraño que el uso de software de bloqueo de publicidad haya crecido, según un estudio conducido por Adobe y PageFair, un 41% el año pasado con 198 millones de usuarios activos alrededor del mundo. Esto representa una amenaza existencial a la industria de 50 billones de dólares de publicidad online, y ha encendido una amarga disputa entre publicistas y desarrolladores de aplicaciones de bloqueo de publicidad. En los márgenes, los defensores de la privacidad están agitando sus puños por la elección del consumidor, mientras que los editores retuercen sus manos sobre la pérdida de ingresos.

La pelea se hizo pública el mes pasado cuando Randall Rothenberg, presidente y director ejecutivo del
Interactive Advertising Bureau, lanzó varias granadas verbales a desarrolladores de bloqueadores de publicidad durante su dirección de apertura al encuentro anual de liderazgo de su grupo. Los llamó “un grupo de poco éticos e inmorales aspirantes a ser aficionados de la tecnología”. Su veneno fue dirigido, en particular, a bloqueadores de publicidad con fines de lucro que, de manera gratis, desbloquean los anuncios que cumplen con ciertos estándares de no intrusión. Rothenberg calificó esta práctica como “extorsión”.

Los bloqueadores de avisos respondieron al instante. “Estamos tan motivados para proteger a los consumidores como lo están los anunciantes para abusar de ellos”, dijo Roi Carthy, Director de Marketing de Shine, una compañía israelí que recientemente comenzó a ofrecer software de bloqueo a proveedores de servicios inalámbricos, que se encuentran cada vez más cansados de los avisos en sus redes con intensa carga de datos. Hasta ahora, los bloqueadores de avisos eran principalmente vendidos o entregados a particulares. “Esto es una guerra sagrada para nosotros”, dijo Mr. Carthy.

Shine está financiada en parte por Li Ka-Shing, el multimillonario hombre de Hong Kong que también participa de Facebook, Spotify y de la compañía de pago de Bitcoin, BitPay. El primer y más importante cliente de Shine es Digicel, el servicio móvil del Caribe, y Mr. Carthy afirma que su equipo está negociando con otros 60 portadores.

“Me siento como atrapado entre dos padres peleándose”, dijo Niero Gonzalez, fundador del sitio web para jugadores Destructoid. “Existe, obviamente, una válida razón de seguridad y privacidad para ejecutar el software de bloqueo de anuncios, pero luego están las marcas que quieren que sus anuncios salten, se reproduzcan automáticamente y buscan tomar el control. Esto está matando la web libre”.

Su principal audiencia, los jugadores con conocimientos de tecnología, fueron los primeros en adoptar el software de bloqueo de avisos porque se dieron cuenta, más que nadie, de la conmoción que ocurría detrás de escena mientras dirigían su navegador a una página web. Tantas como 100 compañías podrían ser alertadas, desencadenando así un scrum digital mientras se codean unas con otras las entidades de marketing con las de seguimiento para determinar si, basándose en su actividad online pasada, es más probable que usted haga click en un aviso para: o perder peso, o refinanciar su hipoteca o mejorar su potencial sexual.

El objetivo es hacer una “impression” (jerga de la industria para cuando un aviso aparece en la página que usted está viendo), y se les paga a los publicistas cuando les permiten tal privilegio a los anunciantes. Las marcas les pagan a los anunciantes y prácticamente todos les pagan a los rastreadores. Todo esto está automatizado y ocurre en cuestión de segundos, a veces milisegundos.

En los últimos seis meses más o menos, el bloqueo de avisos ha dejado el reino geek y se ha vuelto algo convencional. Howard Sten alardeó sobre los bloqueadores de avisos en su programa de radio, y el ad blocking fue el tema de un capítulo reciente de “Southpark”.

Además, cuando Apple hizo que el bloqueo de avisos estuviese disponible en su última versión de App Store, se convirtió, rápidamente, en una de las aplicaciones más descargadas. Y, según se informa, Microsoft permitirá a lo largo de este año una extensión a su navegador Edge que soportaría al bloqueador más popular, Adblock Plus. A diferencia de sus rivales Google y Facebook, los modelos de negocios de Apple y Microsoft no son totalmente dependientes de la publicidad.

“Pero al enfocarse en el software de bloqueo de avisos, se pierde el verdadero punto”, dijo Jason Kint, director ejecutivo de Digital Content Next, una organización de comercio que representa a compañías digitales como ESPN, Bloomberg, Condé Nast, BBC y The New York Times.

“Al instalar ad bloquers, los consumidores nos están diciendo muy claramente que no quieren ser perseguidos a través de la web”, dijo. “Eso se volverá incómodo para muchas empresas de tecnologías en publicidad que han estado disfrutando de lo que ha sido el Lejano Oeste”.

Hasta ahora la solución para la industria de la publicidad ha sido AdChoices, un programa que les permite a los consumidores optar por ciertos anuncios. Pero las críticas lo desacreditan tildándolo como un escaparate ya que se presenta de manera confusa, resulta engorroso de habilitar y es poco comprensible. Además no bloquea el rastreo de datos.

Mientras que The New York Times todavía está sopesando sus opciones, otros editores web han respondido a los bloqueadores de avisos usando una variedad de tácticas. Algunos, como Forbes, se han peleado con la tecnología que bloquea a los ad blockers. Pero, con el juicio de la experiencia de Ars Technica, el sitio de noticias sobre tecnología, bloquear a los bloqueadores es un ejercicio inútil.

En el 2010 Ars Technica lo probó y dentro de las 12 horas un codificador había subido una solución para Adblock Plus. Después de eso, el fundador del sitio y editor en jefe, Ken Fisher, escribió un artículo titulado: “Why Ad Blocking Is Devastating to the Sites You Love”.

“El artículo redujo el porcentaje de ad-block en un 12 por ciento, y lo que descubrimos fue que la mayoría de la gente que estaba bloqueando avisos en nuestro sitio, lo estaba haciendo porque otros sitios los estaban irritando”, dijo Mr Fisher. “Quienes están conduciendo esto son el peor de los jugadores en el mundo de la edición web”.

Pero Fisher dijo que el número de ad blockers se está arrastrando hacia atrás, y así Ars Technica planea empezar un programa similar a los que fueron utilizados a modo de prueba en otros sitios como Wired, The Washington Post, Slate y The Atlantic. El objetivo es detectar a las personas que están realizando bloqueos e informarlas acerca de las formas de apoyar al sitio. Pueden desbloquear el sitio de forma selectiva, suscribirse, comprar acceso temporario o simplemente seguir leyendo sabiendo que están privando al sitio de ingresos necesarios. Un posible indicador de la eficacia de la culpa es la radio NPR apoyada por los oyentes, que tiene un 36% de tasa de donaciones.

“La tentación está en bloquear a esta gente que honestamente no va a responder a los anuncios”, dijo Mr. Fisher. “En mi opinión todos deberíamos enfocarnos en el aspecto educacional y darle a la gente la opción de pagar por una experiencia libre de anuncios”.

Google, recientemente comenzó a ofrecer esa opción con su programa Contributor. Y Boost Mobile de Sprint está evaluando un programa en donde se le paga a los usuarios para que miren los anuncios.

Pero podría resultar instructivo observar lo que pasó en 1990 cuando el spam era el flagelo de los consumidores. El arreglo llegó recién cuando entidades como Spamhaus comenzaron a compilar listas con malos actores, basándose, en parte, en lo que los consumidores marcaban como spam. Luego, los proveedores de email se suscribieron a esa lista para lograr bloquear a los infractores.

Craig Spiezle, director ejecutivo de Online Trust Alliance, un grupo de defensa al consumidor, dijo que algo parecido podría suceder con la publicidad online, donde las partes interesadas acuerdan en observar mejores prácticas, incluyendo el respeto a Do Not Track, ó D.N.T., una preferencia que los consumidores pueden activar en sus navegadores. Ahora mismo, D.N.T. es ampliamente ignorada por los anunciantes y los sitios web.

“Aquellos que no sigan las reglas serán tildados como spammers”, dijo Mr. Spiezle, quien ha supervisado la seguridad de Hotmail de Microsoft.

La Comisión Federal de Comercio ha de intervenir en este tema. Y es poco probable que el Congreso actúe dado cuánto cuentan los políticos con el rastreo y otras tecnologías de avisaje online para captar votantes.

La Alianza de Confianza Online condujo una auditoría a los candidatos a presidente, y la gran mayoría recibió bajas calificaciones en términos de rastreo y protección de la privacidad de la gente que visitaba sus sitios web.

“Ad Blocking es el síntoma de un problema omnipresente”, expresó Mr. Spiezle. “Si los consumidores disfrutaran su experiencia en la web, sintieran que existen controles adecuados para su privacidad y la industria de la publicidad estuviese haciendo un esfuerzo sincero para luchar contra el abuso y la mala conducta, no estaríamos teniendo esta conversación”.

Artículo original publicado en inglés, traducido por Adepa.